sábado, 7 de febrero de 2015

Cuando una persona psicótica no diagnosticada (personalidad dominante, histérica, inflexible, cínica, etc) nos hace daño, enseguida nos ponemos a la defensiva y empezamos a analizar, terriblemente, que esa persona está loca, si no, no haría las cosas que hace. Tiene una locura digamos admisible, no destaca pero a nosotros nos ha jodido con su locura. Si es familiar y nos enfrentamos a ella, podemos ponerlo todo peor. Pero a partir del día que nos hizo daño, vamos con pies de plomo y no le damos opción a que saque a relucir su locura con nosotros. En el caso de la personalidad dominante, puede coger la persona psicótica una autoridad sobre nosotros que no la hemos dado y nos impone su voluntad por la ley de su locura irrefrenable. Hay que tener cuidado para la próxima vez. Porque aunque hayan avasallado, atropellado, ellos creen que han hecho lo correcto y quieren que les den la razón cuando tú te sientes mal porque han hecho de ti lo que han querido.
Cuidado con los locos que dicen que no lo son.

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