lunes, 25 de noviembre de 2024

 Un hombre se pasó todo el día por la ciudad bajo la lluvia. Uno que le conocía (pero no como en los pueblos, que el conocerse es de otra manera) le dijo que se iba a acatarrar pues ni llevaba paraguas e iba en calcetines. El hombre ni le contestó y siguió andando bajo la fría lluvia de noviembre. Este hombre estaba harto de todo: de la política, de la enseñanza recibida, de los vecinos, de la televisión, de la navidad que ya venía, etc. Por eso quizás es que andaba por la ciudad sin abrigo, en calcetines y sin paraguas. Y, exactamente, cuando ya llevaba dadas unas diez vueltas por la ciudad, por sus calles asquerosas y archiconocidas, empezó a toser y estornudar de manera morbosa: había pillado una pulmonía. Cayó en el suelo de una vez, cansado de todo. Una señora llamó a una ambulancia y le llevaron al hospital, con una hipotermia del demonio. Allí murió solo, triste, viejo y olvidado.

Bailar hasta la madrugada ya no es posible para mí.

Bailar en casa al son de la radio tampoco me sale.

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