Lo que hacen los políticos hoy es insultar al rival con palabras ya bastante gruesas, dividir la población en blancos y negros y aprovecharse electoralmente de esa división. Pero yo no quiero hablar de política sino de esta mañana húmeda que ha amanecido. Esta noche ha llovido y se nota una humedad en el ambiente. La mañana podría ser una metáfora de lo que nace a la vida, de un niño recién nacido. O sea, mañana igual niño. La aurora sonrosada o malva parecen las carnes nuevas de un niño recién expulsado del útero materno. Y a vivir se ha dicho. Ya el niño llora y es por hambre, por miedo de ver la vida, por frío o por verse sacado al mundo cruel. Esa es la mañana en la que somos arrojados con mil intereses, uno por cada ciudadano, al duro aire de las primeras horas del día. Y luego ya, visto el resultado de lo conseguido por la mañana, tendremos que seguir bregando por la tarde o disfrutar de los réditos que alcanzamos al levantarnos de la cama tristes, esperanzados o nerviosos. La tarde parece que calma pasiones que se levantaron a eso de las 10:00, cuando nos asomamos por la ventana y con los ojos sentimos el frío de noviembre, de últimos de noviembre.
El color verde del cedro, los ramajes insólitos, el tronco fuerte, la luz enorme que arroja
es digno de mirar un rato y espantarnos de su altura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario