Escuchando al piano, dejas morir el día, lo envuelves en un adiós hondo y no sales de fiesta cuando llega la noche. Te das vueltas en la cama como queriendo bailar pero pasan los minutos y todo muere a tu alrededor. Muere la gente que conoces, mueren las discotecas, muere el recuerdo de ti mismo al son de la música aquella que ponían en el Caballo Blanco. Vas mirando el móvil y te entretiene una música que casi no florece. Oyes la radio y sus canciones y te pones malo, te pones en lo peor. Hoy dormirás para mañana, no transitarás la noche poniendo tu cuerpo al descubierto. ¿Qué cosas se hablan por la noche en la ciudad? ¿Qué olores hay en Madrid hoy a la una de la noche? Sin embargo, en Majadahonda, en cuestión de fiesta, ni una rata baila, ni una rata canta, ni una rata llora de amor en un rincón.
Los árboles dan sombra a mi corazón.
Yo amo a los árboles. ¿Quién es capaz de odiar a un árbol?
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