Bajó a Madrid a ver su facultad de filosofía, donde él estudió. La encontró recoleta y humana, sede precisamente de un humanismo intelectual. Visitó la biblioteca pensando que la iba a encontrar vacía y se encontró con muchos estudiantes mirando y aprendiendo sus apuntes. Los profesores que habrá hoy en día, pensó, quizás sean mejores y más estrictos que los que él se encontró en esta facultad hace ya más de 20 años. La vida había pegado un empujón a estos pasillos, a estas aulas, a estos docentes y discentes de hoy. No había ni un ruido en la segunda planta, pasaba alguna estudiante que quizás llegaba tarde a clase, a juzgar por sus prisas. Había unas mesas en mitad del pasillo donde un joven comía un sándwich, el eterno sándwich de entrehoras. Se acercó al joven y le dijo: yo estudié aquí, en esta facultad. El joven no le hizo ni caso. El joven tenía una determinación. El joven no quería charla.
Vete al ayer y vive con él unas horas, unos momentos
solo para ver qué eres tú, qué son los años.
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