Esta mujer callaba siempre y andaba grave, así que la tenían como persona sabia. Un día le preguntaron por una cuestión de herencias y dijo: eso va de padres a hijos. Y no comentó cosa más. Esta sentencia que oyeron los herederos la tuvieron por buena e hicieron las particiones de modo amable. Otra vez, a esta mujer le presentaron un examen de su sobrina y dijo: lo mucho cansa. Quería decir que tantos exámenes habían colmado la paciencia de su sobrina. Llevaron a la sobrina a tomar aguas a Santander y vino mejor de su examinitis. Y así con todo. Las sentencias que decía esta señora eran como nudos gordianos que se presentaran ante ella y su opinión fue muy respetada en muchos sitios. Solo despegaba la boca cuando era preguntada. Si no, estaba callada todo el rato. Y adquirió fama de sabia, incluso de santa, incluso de catedrática, incluso de algo noble o real pues todo lo acertaba, todo lo concluía en una frase corta con más filo que un cuchillo de carnicero.
Si sabes algo, habla.
Si sabes poco, calla y procura informarte.
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