domingo, 24 de noviembre de 2024

 A lo mejor lo que voy a decir suena un poco raro pero lo expondré: si yo no veo a mis familiares, si se muere uno, ¿yo lo voy a sentir? Y si me muero yo o mi hermano, ¿lo van a sentir ellos? Queda el recuerdo de habernos visto los domingos a la hora de comer pero ahora, ¿qué queda? Nada o casi nada. Ya son ellos familias conformadas con hijos y ya van a su bola, a su manera, sin contar con nadie más. Por eso expongo esto. Quizás todas las familias, cuando se separan de su núcleo y ya son satélites que rondan ese núcleo, forman ya un eco de lo que fueron en su día y de las personas solo queda un interés pecuniario: ¿qué me dejarán? Dice una copla segoviana: cuando se murió mi abuela a mí no me dejó nada y a mi hermano lo dejó asomado a una ventana. Yo no veo a nadie. Nadie me ve a mí. Es como si no estuviéramos ni unos ni  otros.

Mira ese niño hijo de uno que fue

y no volvió más.

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