El psicoanalista apuntaba: no quiero ir a la guerra. Dormir es la solución a mis males, dormir siempre. No quiero vivir. Soy muy del revés. A veces me asalta la vida y su furia. No quiero ir a la guerra. A lo mejor me suicido. Estoy en un callejón sin salida. Por eso insulto a la gente y la amenazo. Sería bonito ir al pueblo, con mis amigos. Mis amigos están casados y pasan de mí. Yo no sé qué hacer con mi vida. ¿Lo sabe usted? No. Yo no sé nada. Solo sé lo que dice usted. Mi vida es penosa. Odio a todo el mundo porque tiene mejor vida que yo. No quiero ir a la guerra. La droga es la solución. O dormir. No sé cuál es la solución. ¿Quiere usted suicidarse? No sé nada. Solo sé que no sé nada.
Las aguas, en un manso ruido tranquilizador
pasaron a mi lado durante un tiempo, durante un tiempo.
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