miércoles, 27 de noviembre de 2024

 Tú que me lees, Carlos, igual que el río Charles que cantara Dámaso Alonso, eres un sujeto ceñido a unos horarios: un horario de trabajo, un horario de padre de familia, un horario de marido de tu mujer y cuando estás libre de esos horarios por momentos, no disfrutas de un cigarrillo porque no fumas. Tampoco te tomas un gin tónica. Quizás lo que hagas en esos minutos que están para ti es mirar un cuadro de Kandinsky y no ves nada en él que te remueva a huir de estas obligaciones y tomar un avión e irte a Río y decir que tío, como el Dioni. Y llegar y bajar a la playa con las mulatas y llegar e ir al casino a joder dinero y llegar y comprarte un traje a medida, esos que tanto te gustan. No irás a Brasil porque la urgencia de unos niños y una mujer te tienen preocupado, te tienen absorbido, te tienen aniquilado para la sorpresa. La navidad llegará. Se pondrá el mantel en la mesa. Se dirá eso de hu-hu-hu y se verá la pila de anuncios de perfumes. Pero tú sé feliz.

El río Charles pasa por un rincón asombrado de EEUU.

Carlos pasa por un rincón archiconocido de Madrid.

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