Estos últimos días no me sale bien escribir. No encuentro el adjetivo bien puesto ni la expresión elocuente, pero bueno, hay que escribir, es el entretenimiento mañanero. Ayer estuve en un bar y vi el trajín que se traían las camareras. Sufrí por ellas. Qué montón de cosas hicieron en apenas cuarto de hora en que me tomé café. Luego salí del bar y me encaminé a casa. Otra vez a casa. No voy yo a otros sitios distintos que no sea mi casa. No visito cafés de tertulias literarias, no visito casas bohemias del centro de Madrid, no comparto estilos narrativos con ningún escritor novel o viejo. He visto en internet las opiniones de Álvaro Pombo. Su casa es muy austera. Parece la de un monje. Este escritor tiene orígenes aristocráticos y "está con lo puesto". Está ya muy avejentado y va a recibir el Cervantes. Yo escribo y escribo blogs y acuno la palabra para que diga algo sonoro. Llega la navidad. Haz a tu hijo una foto con los reyes magos. Tira confeti donde te dé la gana. Paséate por el mercadillo navideño. No temas al frío. No está haciendo casi frío. Y pásalo bien.
El inerte transeúnte anda que se mata, anda que alumbra el día.
Y todos andamos en pos de una ilusión, corriendo tras lo que siempre se perderá.
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