Ayer estuve en Madrid. Di un paseo por el parque del oeste, sin subir mucha cuesta, hice unas fotos, compré un libro de segunda mano, tomé un café por dos euros y me vine a casa. Había grupos de jóvenes por las calles y los bares charlando animadamente. Yo hablé un poco con la dependienta de la librería de lance, me enseñó fotos de acciones caritativas que tenía esa tienda sobre todo por África. Por cuatro euros me hice con "La chica del tren" que creo que fue un best seller hace unos años. Esa tienda pertenece a una movida que se llama Aída: vende libros de segunda mano para movimientos de ayuda social. Y me vine otra vez a casa y mi hermano estaba cabreado porque yo le había llamado guarro por no recoger la mesa. Total, que me acosté sin sueño y tardé en dormirme. Me empezó la pierna inquieta y me dio insomnio. Me asaltaban muchas ideas a la cabeza, unas malas y otras buenas y no me podía dormir. Salí a la calle a eso de las 2, me di un paseo y al volver a casa ya me tumbé y pude dormir.
La tierra mítica de España acoge tantos pareceres, tantos intereses, tanto amor por la tierra
que los políticos no podrán destruirlos.
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