No tengo la más remota gana de hacer unas lentejas pero las he de hacer, para eso soy el cocinero de la casa. Está el día tonto. Espero que no desbarre del todo. Se me ha hecho tarde en la cama, no he visto a nadie con quien charlar, no puedo ir a ver a los amigos de Colón. Y sin embargo, luce un sol maravilloso. Me tengo que matar las ganas de charlar con mis amigos por unas lentejas. Pero ya se sabe que fue Jacob u otro el que vendió su primogenitura por unas lentejas. Si mi hermano cocinara un poco, podría hacerlas él, pero no. La vida es una colección de obligaciones, de deberes junto con algunos derechos defendibles. La vida es imposición, mandato, orden menos algunos disfrutes sueltos.
Los cuerpos felices y la pena ordenada
van como por un sendero estrecho, a la cocina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario