martes, 12 de noviembre de 2024

 Te alicato hasta el techo, decía Julito y nos reíamos. El pueblo me pone. El pueblo me pone enfermo. Y nos reíamos. E íbamos a los bailes de los otros pueblos. A uno fuimos a pie. Y había vacas en la noche y había risas por las hijas del alcalde. Íbamos charlando de cosas del pueblo, de la ciudad, de las fiestas, de unos y de otros. Y nos reíamos un montón. El caso era divertirse de unas expresiones que se acuñaban en la noche, en boca de porreros y borrachos. En el pueblo había muchos albañiles, muchos camareros y luego estábamos Julito y yo, que nos reíamos todo lo que podíamos. Y decíamos a los cantantes de la orquesta que los íbamos a tirar al pilón si no cantaban una de Battiato. Yo quiero verte danzar. Y luego bailábamos una jota de risa en la plaza. Posición de jota, decía Julito.

Los años pasan, la gente pasa, los amigos pasan

y todo es un poco más triste, ya no hay chiste, ya no hay Julito.

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