Escribir en este blog me sustrae de escribir sobre mis otros escritos pero yo no podría escribir por las mañanas por el efecto adormecedor de las pastillas. Estos blogs los escribo rápido, sin pensar apenas o pensando poco en el tema a tratar. Mis escritos exigen un mayor detenimiento y concentración. Yo escribo aquí de unos temas un tanto absurdos, como la mañana y el ayer y el hoy que son los tres inabarcables, no se puede decir nada de ellos tres sin caer en el vacío, en la insustancialidad. Pero yo pruebo a decir algo, de su intenso volumen metafórico, para quizás atrapar alguna verdad al lazo de mis palabras. Quiero decir y al final casi no digo nada, ya digo, por su enorme contenido que tienen, porque la mañana abarca en unas horas toda una vida. Porque el hoy va más allá de lo que se vive, el hoy atraviesa unos sentimientos profundos que nadie es capaz de escribir. Y el ayer porque no se resucitan horas pasadas sin el temor a no decir nada de ellas.
Hallarse solo es muy duro: te visitan horrores que tú mismo acucias sin quererlo.
Ojalá este mundo hiciera caso a los solitarios.
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