martes, 12 de noviembre de 2024

 Hay una ternura grande entre los hermanos que atraviesa puertas cerradas y llama y llama donde no hay nadie más que la locura. Pero pronto se superará el dolor del sueño, del día empezado, de la noche siniestra. Ya dejamos atrás compañías fáciles, oscuridades de personas que eran lo que no eran, lo que no queríamos. Me echo un cigarrillo y aspiro profundamente el humo, un humo que desaliña la mañana, la vuelve tenue como el aroma de las pesadillas cuando uno despierta y ve la luz y ve que no hay ofensa a la mente y ve que otro día y ve que el sueño se rompe cada noche. La luz irradiada por la ventana trae un sutilísimo aire de ruptura. De ruptura con lo terreno, con los pijos que tienen un piso en cada padre.

Las ramas rendían homenaje al sol,

tiñendo de verde la luz, la vitoreada mañana, la escasa conciencia de la gente.

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