Tengo que poner un lavaplatos y también lavar el baño. Podría continuar mis escritos porque se han apalancado en la página doce. Suena el pito de un coche. Sigue lloviendo, cosa rara por estos lugares en que la lluvia dura 15 minutos escasos. Tengo que afeitarme una barba que se ha sublevado en mi cara. Son tantos "tengo que" que no sé si haré ni la mitad de lo que digo que tengo que hacer. Yo, que soy como todos, que he disfrutado de un sueño, que exhibo mi verbo como puedo, que despierto a la mañana como tonto, me lleno de una vida que no es la que quiero, sino la impuesta por esos dioses que bajan del cielo sin ser vistos, que bajan a la tierra a llenarla de imperativos sorprendentes. Y yo me aguanto y cedo mi yo a tanta ley que se acumula. Y yo no digo nada y soy como aquel hombre que va bajo la lluvia desharrapado y sin paraguas.
Traes tu osamenta a la plaza, la mueves inquieto
para que se vea que eres otro ciudadano escocido y engañado.
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