Este era un tipo, puede que fuera una mujer, para este diminuto relato da igual el sexo del protagonista, quizás sea también un tipe, de esos que inventó la egregia ministra, que tenía que escribir una carta a un amigo y no sabía ni por dónde empezar. No sabía que las cartas se empiezan más o menos con: yo estoy bien, espero que tú también, te escribía para (y se pone aquí lo que deseas de esa persona). Lo que deseaba este tipo, tipa o tipe era dinero de esa persona y por ello se demoraba tanto en su ejecución. Se demoraba porque no sabía la forma de pedirlo ni qué excusa exponer para pedir ese dinero. Cuando ya la escribió y la mandó, le tocó la lotería y ya no necesitaba el dinero. Ahora tenía que escribir otra carta para no pedir ese dinero. Pero el dinero llegó y tuvo que devolverlo. Y el amigo destinatario de las cartas no entendió nada. Porque el tipe le decía que le habían embargado el coche y le embargarían la casa si no pagaba el montante que pedía el tipe. Y así todo fue un lío de idas y venidas de dinero que podrían haber causado un lío mayor.
El tiempo ya tasa el poder de la hora.
Me levanto y admiro tanta perfección, tanto orden, tanto amor sujeto a la realidad.
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