sábado, 30 de noviembre de 2024

Yo no sé mucho de Graham Green. Pero leí su "Nuestro hombre en La Habana". Yo no sé mucho de Allan Ginsberg pero sé que perteneció a los beatniks. Yo no sé mucho de John Steinbeck pero leí su "Las uvas de la ira". Yo no sé mucho de Virginia Wolf, de la que leí "Las olas". La literatura es ese pandemónium de palabras no siempre muy bien puestas que cuentan una historia. A veces, no cuentan ni una historia, sino un absurdo, como el teatro de Beckett. La literatura es una respuesta al mundo, una respuesta individual o colectiva de poetas o narradores que quieren expresar su idea del mundo. La literatura tiene un componente social que yo no he estudiado mucho. La literatura pertenece a la imaginación, al espíritu más que a la materia. Un libro son hojas de papel hasta que lo lees y a lo mejor exclamas: lo que había en esas hojas de papel me ha dejado anonadado.

Yo veo gente que se esfuerza por un salario, que sufre, que se cansa, que pasa horas trabajando.

Y al llegar a casa, no tiene ganas de libros. Bastante libro es ya su vida.

 Escuchando al piano, dejas morir el día, lo envuelves en un adiós hondo y no sales de fiesta cuando llega la noche. Te das vueltas en la cama como queriendo bailar pero pasan los minutos y todo muere a tu alrededor. Muere la gente que conoces, mueren las discotecas, muere el recuerdo de ti mismo al son de la música aquella que ponían en el Caballo Blanco. Vas mirando el móvil y te entretiene una música que casi no florece. Oyes la radio y sus canciones y te pones malo, te pones en lo peor. Hoy dormirás para mañana, no transitarás la noche poniendo tu cuerpo al descubierto. ¿Qué cosas se hablan por la noche en la ciudad? ¿Qué olores hay en Madrid hoy a la una de la noche? Sin embargo, en Majadahonda, en cuestión de fiesta, ni una rata baila, ni una rata canta, ni una rata llora de amor en un rincón.

Los árboles dan sombra a mi corazón.

Yo amo a los árboles. ¿Quién es capaz de odiar a un árbol?

 Quizás ya mis ojos no vean más el sur, teñido de una luz poderosa. ¿Por qué el sur tiene esa magia transida de emoción? A los que viven allí abajo no les preocupa esa pasión de anuncio de mar y hoteles donde tomar el sol. Torremolinos, Fuengirola, Marbella, ese sur que siempre nos está esperando y luego no vamos. Es el sur, el sur también existe, decían antes. Este año me parece que no ha hecho tanto calor en sitios como Córdoba, lejana y sola, aunque sepa los caminos yo nunca llegaré a Córdoba. Aceitunas en los olivos. Muchísimas aceitunas. Millones de aceitunas, también en las alforjas. Pero yo no voy al sur. Allí me espera la desolación de la soledad. Allí no hay nadie aguardándome. Allí solo sol y playa. ¿Por qué esta mitificación del sur? Por las Alpujarras se perdió el Quijote. Por Torremolinos se perdió un indigente que vendía abalorios. Por Fuengirola yo no sé qué pasa, yo no sé nada de Fuengirola.

Galdós escribió una España de mucha pasión

para que la leamos.

 Suena el gozne de las ventanas al abrirse. Doy entrada al anticiclón otoñal que inunda el piso, me peleo con las palabras ordinarias con que escribir un comentario iluso. Aquellos que se tiraron el pingüi con nosotros serán siempre recordados. Aquellos que guardaban su dinero en lo más recóndito de su bolsillo, también serán recordados pero de otra forma. Ni unos pasteles para celebrar el cumpleaños de su hijo. Qué tristeza. Los ambientes que se forman en la calle son siempre agradables, vecinales, amorosos, lúdicos, de risas al aire. Yo quería, yo quería. Pero todo vale dinero. No has ahorrado, no ha habido dinero. Por los pasillos de la biblioteca se escapa un renglón sencillo, muy humilde, que viene a decirnos que la literatura es buena compañera para las largas noches de invierno. El verano, sin embargo, no tolera la literatura, se le empacha en los días de calor y sol, de sol y calor. Madrid es una fiesta, solo pasear por ella, toda llena de amor por las criaturas.

Por los suburbios de Getafe yo fui y llegué a la estación.

Esto hará ya tres años.

 Estos últimos días no me sale bien escribir. No encuentro el adjetivo bien puesto ni la expresión elocuente, pero bueno, hay que escribir, es el entretenimiento mañanero. Ayer estuve en un bar y vi el trajín que se traían las camareras. Sufrí por ellas. Qué montón de cosas hicieron en apenas cuarto de hora en que me tomé café. Luego salí del bar y me encaminé a casa. Otra vez a casa. No voy yo a otros sitios distintos que no sea mi casa. No visito cafés de tertulias literarias, no visito casas bohemias del centro de Madrid, no comparto estilos narrativos con ningún escritor novel o viejo. He visto en internet las opiniones de Álvaro Pombo. Su casa es muy austera. Parece la de un monje. Este escritor tiene orígenes aristocráticos y "está con lo puesto". Está ya muy avejentado y va a recibir el Cervantes. Yo escribo y escribo blogs y acuno la palabra para que diga algo sonoro. Llega la navidad. Haz a tu hijo una foto con los reyes magos. Tira confeti donde te dé la gana. Paséate por el mercadillo navideño. No temas al frío. No está haciendo casi frío. Y pásalo bien.

El inerte transeúnte anda que se mata, anda que alumbra el día.

Y todos andamos en pos de una ilusión, corriendo tras lo que siempre se perderá.

viernes, 29 de noviembre de 2024

Como no se me ocurre nada voy a hablar del arcipreste de Hita, llamado Juan Ruiz, que escribió "El libro de Buen Amor". La verdad es que ese tío tuvo que ser un cachondo mental. Fue un hombre muy religioso porque llena de oraciones ese libro que escribió, pero, a la vez, incita al amor carnal diciendo que el hombre debe probar de todo en esta vida y luego juzgar. Nos presenta a un personaje femenino llamado Trotaconventos, que le facilitaba a este hombre conquistas amorosas. Además de un cachondo mental, este tipo es un don Juan que se atreve con Doña Garza, una mujer mora, etc. También hace una sátira de las serranillas, poniendo como serranas a unas mujeres casi monstruosas ávidas de goce sensual. Nos habla por fábulas, por cuentos, por historias sacadas de la tradición o inventadas por él. Se pasan buenos ratos leyendo este libro ya que está cosido con humor e inteligencia y sabiduría de toda una literatura europea. El arcipreste de Hita debió ser un hombre muy religioso al que le gustaba la vida. Su habilidad técnica con el tetrástrofo monorrimo es de notar.

La literatura española es muy rica en autores y obras notables

pero que ya no se leen.

 En el camino a veces se cruzan seres que le dan luz y alegría y paras un poco como en una fonda y comes y bebes con buena compaña para, al otro día, seguir con lo tuyo como si no hubiera pasado nada. Y ese recuerdo prosigue en tu mente como el reflejo del agua del río al lado del cual pasa la senda que sigues como una rutina. Es como  una caricia, es como un beso fugaz, son palabras que se cruzan que no se han cruzado nunca hablando de cosas nuevas, de amores nuevos, de la derrota de vivir, de lo que ha pasado a estos seres estos días, de lo que ya no te acordabas. Y ensayas risas que quizás no sean muy graciosas y te interesas por ellos, los seres que alumbran el camino, y vives un poco más intensamente la vida rodeado de sus ojos que te miran, de sus bocas que se mueven con  gracia, de sus brazos que se estiran. Y conoces ya a personas nuevas que nacieron en el verano pasado.

El agua de mármol blanco y verde surge como un río.

El río corre, da vueltas, lleva hojas y seres flotando.

jueves, 28 de noviembre de 2024

La mañana carga su peso sobre hombros de trabajadores que no se pueden escaquear de la labor. Yo veo barrenderos renqueantes y reservados que no limpian las hojas, que no limpian nada, que hacen como si limpiaran, que hacen como si la mañana les engañara, que hacen batir un poquito el cepillo contra la colilla de tabaco, la lata de refresco, la bolsa de las patatas fritas. Y así se pasa la mañana para ellos como se pasa para el taxista, el notario, el conductor de la furgoneta, la camarera, el oficinista de los bancos, el crupier del casino de Torrelodones, la puta del Flower y más allá, subterráneamente, al conductor del tren de metro.

Hoy no estoy por la labor, necesito ayuda.

Alguien me la dará, uno que ande cerca de mí.

 No tengo la más remota gana de hacer unas lentejas pero las he de hacer, para eso soy el cocinero de la casa. Está el día tonto. Espero que no desbarre del todo. Se me ha hecho tarde en la cama, no he visto a nadie con quien charlar, no puedo ir a ver a los amigos de Colón. Y sin embargo, luce un sol maravilloso. Me tengo que matar las ganas de charlar con mis amigos por unas lentejas. Pero ya se sabe que fue Jacob u otro el que vendió su primogenitura por unas lentejas. Si mi hermano cocinara un poco, podría hacerlas él, pero no. La vida es una colección de obligaciones, de deberes junto con algunos derechos defendibles. La vida es imposición, mandato, orden menos algunos disfrutes sueltos.

Los cuerpos felices y la pena ordenada

van como por un sendero estrecho, a la cocina.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

 Tú que me lees, Carlos, igual que el río Charles que cantara Dámaso Alonso, eres un sujeto ceñido a unos horarios: un horario de trabajo, un horario de padre de familia, un horario de marido de tu mujer y cuando estás libre de esos horarios por momentos, no disfrutas de un cigarrillo porque no fumas. Tampoco te tomas un gin tónica. Quizás lo que hagas en esos minutos que están para ti es mirar un cuadro de Kandinsky y no ves nada en él que te remueva a huir de estas obligaciones y tomar un avión e irte a Río y decir que tío, como el Dioni. Y llegar y bajar a la playa con las mulatas y llegar e ir al casino a joder dinero y llegar y comprarte un traje a medida, esos que tanto te gustan. No irás a Brasil porque la urgencia de unos niños y una mujer te tienen preocupado, te tienen absorbido, te tienen aniquilado para la sorpresa. La navidad llegará. Se pondrá el mantel en la mesa. Se dirá eso de hu-hu-hu y se verá la pila de anuncios de perfumes. Pero tú sé feliz.

El río Charles pasa por un rincón asombrado de EEUU.

Carlos pasa por un rincón archiconocido de Madrid.

 Los locos que componemos versos y prosa con adjetivos, intervenimos en las letras y las damos vueltas sobre sí mismas para que digan algo. Los surrealistas no solían decir más que el producto en regüeldo de sus sueños: no se les entendía nada. ¿El hombre es consciente la mayor parte del tiempo? Claro que sí. No así los drogados que pierden la razón. Los surrealistas se drogan con las palabras y las hacen incomprensibles, oscuras, mierda del subconsciente. No hay cosa peor para la poesía que un surrealista. Va llenando un almacén de palabras sin sentido y dice: los árboles insomnes, el rojo cocodrilo o el oso popular. Y va sacando de su subconsciente todo lo estúpido del lenguaje. Y no llega a nada, como un toro que no transmite bravura. Ser surrealista es muy fácil. Usar la razón para escribir poesía es complicado.

Me gustaría tener un gesto de amor con una señorita.

Un gesto de amor que haya que hacerlo en la cama.

Es por la tarde. Aún la oscuridad no ha llegado para cercenar nuestros ojos, para confundir nuestro hálito vital. El cambio de hora nos mata un poco, nos secuestra en el rincón del ring y nos llena de oscuridad. Nosotros, los boxeadores de la luz, estamos noqueados por tanta noche súbita, por tanto golpe dado a los ojos que se nos llena de un cardenal que nos tumba en la lona. No podemos ver a las 6 de la tarde. ¿Quién fue el listo del cambio de hora? Los boxeadores nos manifestaremos en Ferraz o en Génova o en Bruselas para pedir nuestra ración de iluminación sin la que vivimos mal. La corrupción la practican todos y luego quieren que los votemos. Yo no votaré ya nunca más a esos ladrones hijos de puta. Para mí la política ya es un gallinero lleno de mierda donde las gallinas copulan con míseros gallos, los huevos se pudren nada más expulsados por la cloaca de las gallinas y la zorra, encima, está al acecho para comerse las gallinas indefensas. Porca miseria la política. Es navidad. Come dulce mazapán, come peladillas y turrón. Date un paseo con los niños y la mujer sin discutir y bien abrigados. Pásalo bien.

El día de ayer ya nadie lo volverá a ver sobre la tierra.

Apuremos los días que desaparecerán para siempre.

La mañana arroja su escupitajo de frío al aire para que se tope con nuestro pecho concernido con la vida. Y poco a poco, la mañana avanza hasta convertirse en tarde, una tarde noche que hiela de aburrimiento las cabezas solapadas con las farolas y los transeúntes. Los transeúntes, ese milagro al que acudimos mirando por el ventanal cuando en la acera se perpetran sus pasos. La luz indefinida y sucia que alumbra nuestro curioso carácter de seres humanos que han evolucionado, muere a la una de la madrugada. Y a las tres y a las cuatro. Hasta que llega la aurora con su pincel de pintora inteligente. Y llega la tarde, ya digo, que no es tarde, sino tarde noche intranquila, que desea la primavera y no lo sabe, que piensa que las largas noches de invierno es un invento de Bruselas.

 Las manos confirman la confianza, las manos sueñan

y lo que yo escribo viene de mi cabeza a mis manos.

 Tengo yo una historia escrita en la que un enfermo mental se pone a escribir de un mundo futuro en un planeta 20 veces más grande que la Tierra. El truco está en que, mientras este enfermo cuenta la historia, también se cuenta la historia del mismo, su primera psicosis, sus ingresos, sus problemas familiares, sus relaciones con el sistema sanitario, etc. La vida a veces está hecha de lo que contamos a los demás, de nuestra exposición de nuestro discursos al tú que tenemos delante. Hay gente que nunca se queja, que nunca expone sus problemas, que va de guais como si a ellos nunca les pasara nada. Es encomiable una persona que, cuando le pasa algo malo, lo sabe esconder a los demás, no se queja y se come sus marrones él solo. Pero la verdad es que quizás no sepa que hay gente alrededor de él que estaría encantado de ayudarle. En fin, es la eterna historia de querer ser discreto y quizás caer mal por el ocultismo de sus cosas. La gente actúa como ha aprendido de pequeño y si ve que sus padres no hablaban de problemas, ellos tampoco lo hacen. Paro es algo peligroso quizás algunas veces. Ya llega la navidad. Hazte la foto en la plaza con el árbol, compra turrón el lobo. Hierve una morada lombarda. Llena el súper el día antes de nochebuena y mira el mensaje del rey. Pero, sobre todo, sé feliz.

Hay que ser discreto en esta vida.

Pero recuerda también que vas a estar callado una eternidad.

martes, 26 de noviembre de 2024

 Hay gente a la que se les da de perilla vivir en la mentira u ocultando cosas, pero este modo de vida tiene un recorrido, no dura eternamente, como ellos quisieran. Los mentirosos tienen que justificarse cuando se les pregunta y adquieren una especie de honor personal para que nadie les pregunte. Pero una vez, alguien les pregunta por la verdad de su mentira y si siguen mintiendo, peor para ellos. Quedarán como el betún delante de gente que les quiere pero no quiere su mentira. Es como una manzana con gusano: se quiere a la manzana pero no al gusano. Y la manzana tiene el gusano demasiado escondido. Van de guais pero no se puede ir de guais todo el rato, llega el momento que hartan sus mentiras y huelen mal y deberían decir la verdad: yo hice esto, yo robé, yo me gasté, etc. Y cuanto más lo oculten, más extraños serán a su familia, a sus amigos, a sus hijos que dirán: mi padre es esto o aquello. Pero no se lo dirá su padre, sino otro y eso es lo malo porque la mentira y la desconfianza se liará más y más. Y, cuando acuda la verdad, nadie te querrá por mentiroso y delincuente.

En general, hay quien oculta sus delitos.

En general, hay quien sabe de esos delitos.

¿A ti qué te pasa cuando tienes un brote psicótico? Hablo con los perros. Hablo con los perros de política y economía. Hecho de menos mi locura porque me encanta hablar con los perros. Los considero mejores animales que a los seres humanos. ¿Y ahora qué haces? Soy periodista, escribo en un periódico local. ¿Dónde vives? En Torrelodones, con una novia que me he echado. Torrelodones está lleno de intelectuales que hablan de cosas intelectuales en las terrazas de los bares. Un pueblo culto es libre y un pueblo ignorante es esclavo, dice una placa en el ayuntamiento de esa localidad. Sí. La verdad os hará libres, dijo un líder religioso hace tiempo. La verdad está muy tapada por gente que la oculta para que no se sepan sus tropelías. Al final, todo se sabe. Mira el gobierno. Ya se sabe casi todo lo que ocultaba y sigue queriendo ocultar. Sí. La mentira tiene las patas cortas y si robas, se sabrá. Los negocios familiares son dados a sisar. No se dará cuenta, dicen los ladrones. Pero sí se nota. Un montón. Y encima, la mentira. Después del robo va la mentira y yo no he hecho nada. Es navidad. Todo se perdona en navidad. Vete a los caballitos con tus hijos y cómprales guantes para el frío. Sé feliz ya, antes de que venga la navidad de verdad.

Había un ladrón en una habitación.

Robó la guitarra y el ordenador del cantante de moda. Y se supo todo casi al día siguiente.

 Yo tomo algunas pastillas para mi enfermedad. Son muy potentes, afectan al sistema nervioso y al cerebro. Tienen miles de efectos secundarios. Mi enfermedad está descrita como grave y crónica. No es ninguna broma padecer esta enfermedad. Uno va pasando el día y se va tomando estas pastillitas para estar bien, pero no es ninguna broma esta medicación. La gente debería tener más consciencia de esta enfermedad pero solo es empático con ella cuando le afecta. Y aún cuando le afecta, no le da mucha importancia algunas veces, ya que a los enfermos se les aparta un poco, no se les tiene ningún amor. Por ejemplo: a mi hermano le dieron el alta y nadie vino a verle a casa. Era un enfermo. A los enfermos, se les visita. No se llama por teléfono y se dice: qué tal. A los enfermos, ya digo, se les hace un poco de compañía, se les visita. Ya llega la navidad. Cómprate una zambomba. Canta villancicos y ve a por caramelos a la cabalgata. Pero sé feliz un tiempo, a pesar de los pesares.

Mi cerebro va mal. Tiene sustancias que se derraman por él de modo insólito.

Y es algo que no tiene solución definitiva.

 Según El País, en Madrid hay 200.000 cubanos exiliados de la dictadura. La vida en Cuba no es normal. Yo escuché en internet a un tipo economista que decía que en Cuba te daban una cartilla de racionamiento. Si te quejabas, te la quitaban y era entonces cuando no tenías nada de nada. En Cuba nadie tiene nada, según se ve. La propiedad privada no existe en Cuba. Y se pasa hambre y la gente se vuelve loca porque no entiende ya nada. Bueno, dejemos de hablar de algo que no sé bien cómo funciona y hablemos de una amiga que me he encontrado hoy en la calle. Hemos hablado de la enfermedad mental. Yo conocí a esta chica en un centro de día situado en Cuatro Caminos. Vive en Majadahonda como yo y he hablado con ella de mi hermano. Es una gran chica, da gusto hablar con ella. Viene la navidad. Come turrón con moderación. Monta el belén. Bebe champán y escribe en el móvil: feliz 2025. De todos modos, sé feliz.

El eco romántico que habita en los poemas

caminará hoy borracho y de fiesta.

lunes, 25 de noviembre de 2024

 Estoy un poco cansado de estar en casa. Llevo toda la mañana metido en ella y veo que me gusta la calle. Ya no llueve. Ha dejado a eso de la una e incluso ha salido el sol. He estado a ver a mi padre y hemos hablado del gobierno, que es desgobierno, más bien. Me he quitado de encima la barba, he limpiado el baño, he hecho un lavaplatos, he barrido la cocina, he hecho unos espaguetis al ajo y estoy cansado pero un buen paseo por la calle con mi hermano me aliviará de tanto encierro laborioso. Mientras hacía esas cosas, en los intermedios, me ha dado tiempo a escribir blogs. Una mañana fecunda, una mañana gris. Ya está aquí la navidad. Ponte un gorro rojo y cómprate una campanilla y agítala al aire. Adorna un abeto con muchas bolas y eso que llaman espumillón. Di eso de hu-hu-hu y vete a la Gran Vía a hacer bulto. Sé feliz de todos modos.

También se ve venir la primavera, por qué no.

Si se ve venir la navidad, ¿por qué no la primavera?

 Yo me puedo llamar gramático como otro se puede llamar abogado o arquitecto. Yo sé cómo funciona la gramática; o sea, las leyes del lenguaje. No son leyes estrictas porque siempre hay cambios en la lengua que hablamos. Yo me he formado 5 años en ver cómo funciona el lenguaje hablado y escrito en dos lenguas, el español y el inglés. Yo he dado clases en una academia privada en la que, los niños que me llegaban, no tenían ni puta idea de la gramática. Apenas sabían escribir dos líneas sin pegar 5 patadas a la gramática. Era una labor hercúlea esto de enseñarles como va el sujeto, luego el verbo y luego, los complementos. Cuando llegué a la enseñanza pública de interino ya había hecho yo una carrera en cuatro academias en las que estuve. Y no escribo una gramática yo mismo porque no tengo suficientes ganas, que poder, sí podría. Cuando un arquitecto escribe con faltas gramaticales, es penoso porque no se le entiende bien. Hay que dar, por tanto, mucha importancia al lenguaje y a la gramática como medios de expresión que valen para explicar correctamente las cosas. Y ya no digo más nada. Está llegando la navidad, pon un belén o un árbol, vete a Madrid o a Vigo a ver las luces y tararea un jingle cuando estés angustiado y triste.

La gramática pone orden en la expresión escrita y hablada.

Dime si no tiene importancia la gramática.

 Voy a lanzarme a escribir otro blog, a ver cómo me sale. Los niños se hacen un lío con el verbo haber, que forma tiempos verbales compuestos y la preposición más el verbo ver, que es una forma de empezar una oración o de indicar que el hablante mira u observa algo. Quiero decir que confunden los niños y no tan niños una frase como: "me hubiera gustado haber estado con Susana", (forma del verbo "estar", pretérito compuesto) con "vamos a ver qué hacemos hoy", que es la preposición "a" más el verbo ver en infinitivo ("ver"). "A ver" puede ser usado y es usado de forma abstracta muchas veces porque se trata de trasladar el significado físico de mirar algo a otro significado que pudiera entenderse como vigilar, diseñar o planear algo. Por ejemplo: "a ver cómo te has portado hoy". Y eso es lo que me ha salido. Viene la navidad, compra unas bolas o eso que llaman espumillón y sé feliz.

La gramática es abundantísima en parecidos de las palabras.

El gramático diseña cómo escribir bien y cómo hacer desaparecer esos equívocos.

 He hecho un lavaplatos y me he afeitado la maldita barba en rebelión. Me siento un poco mejor. Solo un poco pues falta limpiar el cuarto de baño y hacer la comida. Uno no sabe a qué cosas obliga una casa hasta que se hace cargo de ella. Como no voy a salir, cualquier comida que haga para salir del paso, vale. Por ejemplo, unos espaguetis al ajo, que me gustan mucho. Y seguiré escribiendo si sigue lloviendo porque no se me ocurre otro modo de pasar el rato. Podría seguir con mis escritos, que se aburren en un documento de Word, pero no sé si tendré ganas de continuarlos. Uno de ellos, cuenta la historia de un insecto que ha viajado en el tiempo. Otro, de un tipo al que su familia le ha traicionado. Otro cuenta la historia de uno que se mete actor porno. La vida está tras la ventana y agobia a los que miran por ella. Pero hay gente que no tiene ventana por la que mirar, que es más agobiante todavía. Demos gracias a Dios por tener una ventana por la que mirar a la mañana lluviosa y fría. Es casi navidad: estate atento a las señales de la navidad, sé feliz. Apréndete un jingle y tararéalo cuando estés mal. La navidad, por ahora, es para todos. Disfrútala. Haz regalos. Come como si no fuera a llegar enero y a ver si te toca la lotería.

Es ceniza lo que cojo entre mis manos absurdas.

Al final del recorrido, es ceniza lo que nos espera.

 Tengo que poner un lavaplatos y también lavar el baño. Podría continuar mis escritos porque se han apalancado en la página doce. Suena el pito de un coche. Sigue lloviendo, cosa rara por estos lugares en que la lluvia dura 15 minutos escasos. Tengo que afeitarme una barba que se ha sublevado en mi cara. Son tantos "tengo que" que no sé si haré ni la mitad de lo que digo que tengo que hacer. Yo, que soy como todos, que he disfrutado de un sueño, que exhibo mi verbo como puedo, que despierto a la mañana como tonto, me lleno de una vida que no es la que quiero, sino la impuesta por esos dioses que bajan del cielo sin ser vistos, que bajan a la tierra a llenarla de imperativos sorprendentes. Y yo me aguanto y cedo mi yo a tanta ley que se acumula. Y yo no digo nada y soy como aquel hombre que va bajo la lluvia desharrapado y sin paraguas.

Traes tu osamenta a la plaza, la mueves inquieto

para que se vea que eres otro ciudadano escocido y engañado.

 Un hombre se pasó todo el día por la ciudad bajo la lluvia. Uno que le conocía (pero no como en los pueblos, que el conocerse es de otra manera) le dijo que se iba a acatarrar pues ni llevaba paraguas e iba en calcetines. El hombre ni le contestó y siguió andando bajo la fría lluvia de noviembre. Este hombre estaba harto de todo: de la política, de la enseñanza recibida, de los vecinos, de la televisión, de la navidad que ya venía, etc. Por eso quizás es que andaba por la ciudad sin abrigo, en calcetines y sin paraguas. Y, exactamente, cuando ya llevaba dadas unas diez vueltas por la ciudad, por sus calles asquerosas y archiconocidas, empezó a toser y estornudar de manera morbosa: había pillado una pulmonía. Cayó en el suelo de una vez, cansado de todo. Una señora llamó a una ambulancia y le llevaron al hospital, con una hipotermia del demonio. Allí murió solo, triste, viejo y olvidado.

Bailar hasta la madrugada ya no es posible para mí.

Bailar en casa al son de la radio tampoco me sale.

 A mí, en un instituto, me pasó lo siguiente: estaba yo deprimido en la sala de profesores y estaba a punto de tocar el timbre para subir a las aulas y dar clase. Yo hablaba con un profesor. Entonces, es cuando una profesora se me acercó y me dijo: tú lo que no quieres es subir a dar clase, tú lo que quieres es no dar clases. Yo estaba abatido pero todavía sacaba fuerzas para explicar la lección. No hice caso a esta profesora estúpida. No estaba yo tampoco para rebatir nada. Me levanté del asiento y fui a dar clase. Di la clase y otras clases, deprimido, hecho polvo, pero las di. No volví a ver a esa profesora en toda la mañana. Más tarde, la vi por la ciudad. Le decía hola. Nada más. Y nada menos. La gente no entiende lo que es una depresión y menos, una enfermedad mental. La gente cree que uno está malo porque quiere. La gente debería sufrir los estados de ánimo que yo he sufrido para darse cuenta de muchas cosas, pero no va a ser así. Ya viene la navidad. Sé feliz. Estate contento. Canta una cosa de esas que llaman jingle y vive la vida que es pasajera.

Convocaron a mi yo en el mundo para que explicara

qué pensaba de la vida. Dije: la vida es una mierda. Y alguno me creyó.

 Me he despertado, he ido a la cocina y, mientras bebía mi café con leche, se ha puesto a llover pero bien y aún sigue. Así que he renunciado al periódico y a la calle. O a la calle y al periódico. No me interesan las noticias cuando son pasadas por agua. Siempre están con lo mismo: la política. Los políticos dicen o hacen y los periodistas comentan lo que dicen o hacen los políticos. O sea, un rollo. Tengo que limpiar el cuarto de baño y afeitarme la barba que se ha independizado un poco. Nada más. Los días pasan unos con otros sin interrumpirse nunca. Nosotros pasamos por los días pero con problemas de ánimo, de dinero, de salud, etc. La salud mental siempre es deseable, no vayamos a desbarrar en nuestro comportamiento, que es lo que estudia la psicología y la psiquiatría. El comportamiento humano es un misterio. No sabemos muchas veces por qué hacemos las cosas que hacemos. En fin. Día de lluvia tras los cristales.

La ligera palpitación de las manos hizo que escribiera por pasar el rato

y le salió un churro narrativo.


domingo, 24 de noviembre de 2024

 Dicho lo dicho en los dos blogs anteriores, ya casi no me queda nada que decir más que siempre, siempre, siempre, pasa el tiempo. Yo de amores ya no sé nada, pero del paso del tiempo sé mucho. Vienen horas de aburrimiento y el tiempo pasa muy lento, muy lento. Vienen días de andar con gente, de pasear, de escribir o de leer y el tiempo pasa mucho más rápido. Los domingos son indicados para que el tiempo pase despacio y si llueve o hace mal tiempo, pasa aún con más demora. A mí me da que la gente ahorra para navidad para hacer regalos y comprar productos que no los comen en todo el año. Vaya gilipollez. ¿Quieres un regalito? Sí. Bueno, pues ahí tienes una tetera. No me gusta el té. Por eso te lo compré. La gente corriente no hace regalos ni come extravagancias y les va mejor.

Mira: un niño oliendo pegamento.

No tendrá nada mejor que hacer.

 He comido dos galletas con un toque sutil de miel. He bebido mucha agua porque dicen que el que fuma debe beberla. Luego, he mirado hacia las ventanas de un piso frontero al mío que está de reforma y había luces encendidas. Voy a extenderme en un comentario que he pensado durante esta tarde noche. Si uno está inactivo todo el día, sin un objetivo claro, se come el coco. Si uno odia el trabajo que tiene que hacer todos los días, se come el coco. Si uno no ve claro qué pinta en este mundo, se come el coco. Si uno tiene una enfermedad y no se distrae, se come el coco. Comerse el coco es malísimo. Si no entiendes este mundo en el que vives, ponte a hacer algo aunque sea calceta, un puzle, tres kilómetros a la pata coja. No sé: haz algo.

La filosofía, desde Marx, tiene una praxis.

Esa praxis comunista es demencial. 

 No es que hiciera frío. Llovía y paraba, dando el susto, pero nada más, así que decidimos sentarnos en una terraza de otoño y nos pedimos dos cervezas. Mientras bebía de la mía, vi un hombre mayor de pie, hablando con otro tipo, también mayor. Llevaba el primero un abrigo muy clásico, una chalina y una camisa elegante. Y un cigarrillo entre la mano derecha. Me estaba poniendo nervioso pues, según hablaba con el otro tipo, no se llevaba el cigarrillo a los labios sino que dejaba que se consumiera entre los dedos. Y yo pensaba: este señor fuma de coña, ni fuma ni nada. Por más miradas que le echaba, no daba caladas. Hasta que dio una calada profundísima que convirtió el cigarrillo en puro filtro y entró al bar con el otro tipo. Y esto es lo que me ha pasado cuando he ido de paseo con mi hermano.

Mira: un perro que intenta morderse el rabo.

Así hay muchos.

 Es hora casi de marcharme a ver a unos amigos así que seré breve. No hay en la vida una situación que no vaya a vivir el que viene detrás de mí. Todos pasamos por lo mismo en esta vida tan homologada. Nadie se echa a la espalda una mochila y se recorre el mundo alrededor, viendo maravillas, sino que traga asfalto (y lo tragará) como hacemos todos. Todos seremos mirados desde lejos como me miran a mí. Todos esperarán de ti, ya olvidado, que mueras. Todos te mirarán como un trasto viejo y pasado de moda como me miran a mí. No creas que por ti no pasarán los años. Pasarán los años y serás preterido en una estación por donde no pasará ni un puto tren. Y te aguantarás y te joderás y quizás te acuerdes de mí cuando te lo dije. Los años hacen viejo a cualquiera.

Tú que te ríes ahora, que te lo has montado bien,

verás la lima de las horas pulirte como a una talla de madera y luego llorarás solo, cansado y medio muerto.

Acuérdate de lo que escribí para ti. Acuérdate de estas palabras que siendo navidad o agosto, yo escribí para tus ojos amigos. No seas desagradecido. Ponte en mi lugar: qué necesidad tengo yo de relatar miserias para que tú las leas. Soy herido por la luz como un látigo por las mañanas, me acuerdo de ti, me acuerdo de tus desplantes, me acuerdo de sigue tu camino, me acuerdo de que llorabas porque no se hacía tu voluntad. Pero ni yo ni mi hermano queremos esa ausencia de nombres, esa lejanía pobre, ese dolor de estar aquí y no estar en ningún lado. Las nubes pasan y a ti te pasará como a mí un día, no creas que muy lejano pues el tiempo pasa rápido. Y entonces tú serás el olvidado, muy a tu pesar. Llega la navidad: sé feliz, no te quejes.

La mentira y el odio levantan muros de incomprensión

Pero siempre hubo quién empezó con las mentiras.

 A lo mejor lo que voy a decir suena un poco raro pero lo expondré: si yo no veo a mis familiares, si se muere uno, ¿yo lo voy a sentir? Y si me muero yo o mi hermano, ¿lo van a sentir ellos? Queda el recuerdo de habernos visto los domingos a la hora de comer pero ahora, ¿qué queda? Nada o casi nada. Ya son ellos familias conformadas con hijos y ya van a su bola, a su manera, sin contar con nadie más. Por eso expongo esto. Quizás todas las familias, cuando se separan de su núcleo y ya son satélites que rondan ese núcleo, forman ya un eco de lo que fueron en su día y de las personas solo queda un interés pecuniario: ¿qué me dejarán? Dice una copla segoviana: cuando se murió mi abuela a mí no me dejó nada y a mi hermano lo dejó asomado a una ventana. Yo no veo a nadie. Nadie me ve a mí. Es como si no estuviéramos ni unos ni  otros.

Mira ese niño hijo de uno que fue

y no volvió más.

 Ya estoy aquí sentado de frente al ordenador escribiendo. Ayer sentí una punzada en el pecho pero no de manera física sino emocional. Tres horas metido en casa sin saber qué hacer. Nada me entretenía, nada me estimulaba. Al final, deseé que se llegara la hora de dormir. Hoy por la mañana me he levantado medio depre. En fin, supongo que serán cosas de mis circunstancias vitales o de la enfermedad. La mañana de domingo es un espécimen dotado de un soporífero tiempo que nos anula si nos metemos en él. En los domingos se arremolina toda una mísera manera de aburrirse, toda una condición de tranquilidad sin estímulos, todo un pandemónium de tristeza según pasan las horas. Pero bueno, otro día más, otro santo al que rezar, otro patrón de las horas inútiles.

Ceniza de siempre multiplicada, exagerada hasta los dientes.

La altura del hastío no tiene límites hoy.

sábado, 23 de noviembre de 2024

 Dice un amigo mío: voy a estar callado una eternidad, así que yo no me callo en vida y todo lo suelto y de todo me quejo. Esta reflexión me hace pensar a mí si en la vida hay que ser discreto o altanero y voceador de todo lo que nos ocurre. Hay personas, sin embargo, que no se sabe nada o casi nada de ellos, viven como en otro círculo que vive la familia o sus amigos. Yo creo que tampoco una opacidad sobre nuestras vidas es buena. La discreción es mostrarnos atentos y decir de nosotros algo, que se sepa un poco lo que hacemos, quizás no tanto lo que sentimos pero sí que se sepa algo. Yo le di muchas vueltas a esta opinión sobre la eternidad que nos espera enmudecidos para siempre y el hecho de hablar o no hablar, incluso de quejarnos porque la vida es corta. Pero también veo que una persona que se queja mucho resulta un tanto odiosa. En fin, no sé a qué carta quedarme. En la duda, se saca alguna conclusión y lo que dicen unos y otros y lo que no dicen, nos guían en este mundo tan raro en que vivimos.

Di que has estado en Tailandia

y te preguntarán o no.

 Hay escritores que se levantan a las 5 de la mañana porque a esas horas no hay ruidos, se siente una soledad muy apetecible por la prosa y la imaginación. Los resultados los vemos en las librerías: otra novela de un crimen a resolver. Y luego, certámenes y reuniones en Gijón o Getafe a ver quién ha estado más original en el hecho del crimen cometido y su resolución. Yo he leído una novela este año en la que el crimen se produce por inhalación de humo de un tubo de escape. Después de todas las pesquisas, el autor de esta novela nos ofrece un epílogo y dice: el autor del crimen fue un estudiante universitario al que se interrogó pero se descartó de tal hecho. Total, no se solucionó el crimen por el policía de turno, sino que nos lo soluciona un epílogo, un recurso narrativo. Ahora me estoy leyendo otro crimen que se produce por congelación de la víctima. Muchos son los sospechosos y ya se me está haciendo larga la novela pero el gusanillo de saber va a hacer que me la lea entera. Y esas son las novelas de hoy en día, como en su día fueron las novelas de caballería y pastoriles. Me sorprendo de cómo de unos caballeros se hicieron esas patrañas y de unos pastores, esos líos amorosos. Habría que ver a esos caballeros y esos pastores verdaderos que anduvieron por los campos de España y de Europa, cómo fueron, cómo latía su corazón entre los amores y la guerra, como latió el corazón de Garcilaso y cómo fueron de rudos esos pastores que iban conduciendo esos rebaños inmensos de ovejas por las cañadas.

Los labios llenan el aire y lo que dicen

transforman el día, transforman el corazón y mudan el ánimo.

 Lo que hacen los políticos hoy es insultar al rival con palabras ya bastante gruesas, dividir la población en blancos y negros y aprovecharse electoralmente de esa división. Pero yo  no quiero hablar de política sino de esta mañana húmeda que ha amanecido. Esta noche ha llovido y se nota una humedad en el ambiente. La mañana podría ser una metáfora de lo que nace a la vida, de un niño recién nacido. O sea, mañana igual niño. La aurora sonrosada o malva parecen las carnes nuevas de un niño recién expulsado del útero materno. Y a vivir se ha dicho. Ya el niño llora y es por hambre, por miedo de ver la vida, por frío o por verse sacado al mundo cruel. Esa es la mañana en la que somos arrojados con mil intereses, uno por cada ciudadano, al duro aire de las primeras horas del día. Y luego ya, visto el resultado de lo conseguido por la mañana, tendremos que seguir bregando por la tarde o disfrutar de los réditos que alcanzamos al levantarnos de la cama tristes, esperanzados o nerviosos. La tarde parece que calma pasiones que se levantaron a eso de las 10:00, cuando nos asomamos por la ventana y con los ojos sentimos el frío de noviembre, de últimos de noviembre.

El color verde del cedro, los ramajes insólitos, el tronco fuerte, la luz enorme que arroja

es digno de mirar un rato y espantarnos de su altura.

 Ayer estuve en Madrid. Di un paseo por el parque del oeste, sin subir mucha cuesta, hice unas fotos, compré un libro de segunda mano, tomé un café por dos euros y me vine a casa. Había grupos de jóvenes por las calles y los bares charlando animadamente. Yo hablé un poco con la dependienta de la librería de lance, me enseñó fotos de acciones caritativas que tenía esa tienda sobre todo por África. Por cuatro euros me hice con "La chica del tren" que creo que fue un best seller hace unos años. Esa tienda pertenece a una movida que se llama Aída: vende libros de segunda mano para movimientos de ayuda social. Y me vine otra vez a casa y mi hermano estaba cabreado porque yo le había llamado guarro por no recoger la mesa. Total, que me acosté sin sueño y tardé en dormirme. Me empezó la pierna inquieta y me dio insomnio. Me asaltaban muchas ideas a la cabeza, unas malas y otras buenas y no me podía dormir. Salí a la calle a eso de las 2, me di un paseo y al volver a casa ya me tumbé y pude dormir.

La tierra mítica de España acoge tantos pareceres, tantos intereses, tanto amor por la tierra 

que los políticos no podrán destruirlos.

viernes, 22 de noviembre de 2024

Qué desproporcionado es el mundo: hay sitios en que no llueve apenas y luego cae en otro sitio lo que cae en todo el año en un día. Hay muchísimas combinaciones sociales que hacen a unos ricos y a otros, pobres. Hay gente con suerte y hay gente con muy mala suerte. Hay otras personas que, por una adicción, van de cabeza por el mundo. Hay otras personas que están solas en el mundo, se les han muerto todos sus familiares y andan mendigando no solo dinero sino un poco de cariño. Hay personas que sufren una enfermedad mental que les imposibilita el disfrute de la vida en su plenitud. Hay gente que se casa y prospera; hay gente que se casa y se arruina económica y personalmente. Hay gente que cumple muchos años felices. Hay gente que vive poco y mal. Y hay niños. Y hay adultos. Y hay gente que no sabe dónde tiene la mano derecha. Ya es casi navidad, así que sé feliz y descorcha una botella con moderación.

El costado dentro del mar, la lujuria de las olas haciendo caricias

allá en Brasil. Qué bienestar. 

 Escribir en este blog me sustrae de escribir sobre mis otros escritos pero yo no podría escribir por las mañanas por el efecto adormecedor de las pastillas. Estos blogs los escribo rápido, sin pensar apenas o pensando poco en el tema a tratar. Mis escritos exigen un mayor detenimiento y concentración. Yo escribo aquí de unos temas un tanto absurdos, como la mañana y el ayer y el hoy que son los tres inabarcables, no se puede decir nada de ellos tres sin caer en el vacío, en la insustancialidad. Pero yo pruebo a decir algo, de su intenso volumen metafórico, para quizás atrapar alguna verdad al lazo de mis palabras. Quiero decir y al final casi no digo nada, ya digo, por su enorme contenido que tienen, porque la mañana abarca en unas horas toda una vida. Porque el hoy va más allá de lo que se vive, el hoy atraviesa unos sentimientos profundos que nadie es capaz de escribir. Y el ayer porque no se resucitan horas pasadas sin el temor a no decir nada de ellas.

Hallarse solo es muy duro: te visitan horrores que tú mismo acucias sin quererlo.

Ojalá este mundo hiciera caso a los solitarios.

 Hace mucho que no hablo de literatura. Voy a hablar de los místicos españoles del siglo XVII. Son dos los principales; a saber, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila. Esta última escribió mucha prosa, prosa muy sencilla y popular. También escribió poesía. San Juan de la Cruz escribió tres libros de poesía donde cuenta su encuentro místico con Dios. A mí me gusta eso de "nada te turbe", de la abulense y me gustan algunos versos del santo pero en su conjunto no me dice nada. Sé, por lo que he leído, que ambos fueron iluminación e inspiración para poetas y escritores de todos los tiempos y nacionalidades. Vivir la vida para encontrarse con Dios debe tener mucha fuerza y eso se transmite. Es una poesía enérgica y dulce a la vez, es un deseo fuerte de sentir a Dios. Místicos de otras nacionalidades también recogen en su literatura este deseo de tener contacto con Dios pero yo, cuando los leo, no consigo sentir esa fuerza. Mejor me ha ido con Fray Luis de León, profesor de Salamanca, que dice cosas no místicas pero se le acercan, como cuando oye a Salinas tocar el órgano. En fin, ya he hablado un poco de literatura.

Una rápida caricia siento en el corazón

al acordarme de ese dulce corazoncito a mi lado y ese niño que decía, con vergüenza, el nombre del pintor Kandinsky.

 El gasto está en el gusto. Con gustos elevados, gastos estratosféricos. Pero no quería yo hablar del consumismo. Todo los días se mienta el consumismo como un mal de nuestros días. Todos consumimos. Lo malo es ser comprador compulsivo y ver tarde que la cartera se agota y ver que no tienes para lo esencial por comprarte esa chupa que tanto deseabas. Casi querías que viniera el invierno para consumirla encima de tu torso de chulo de barrio. Y así todo. Pero las compras compulsivas es una enfermedad como lo es la adicción al alcohol. Este sistema económico nuestro fomenta mucho la compra aliada con una publicidad muy agresiva que se cuela por todos los sitios: los grandes almacenes bombardean todos los días con ofertas irresistibles. ¿Irresistibles? Si eres un padre de familia, supongo que te tentarás la ambición de poseer esa chaqueta, ese reloj, esa gorra incluso para que tus hijos puedan comer o para que no eches horas de más en tu trabajo de autónomo. Y si quieres darte esos gustos, no te queda más remedio que trabajar más: para los tuyos y luego para ti o en sentido inverso, poniéndote a ti el primero.

Compra, compra, compra

o usa lo del año pasado.

jueves, 21 de noviembre de 2024

 Inventar no es fácil. Mentir o inventar para salir de un aprieto, de un renuncio en que te han pillado sí parece fácil: le diré que estuve en Madrid, le diré que yo no le he quitado nada, le diré que mi madre me llamó a esa hora y que la tuve que atender, etc, etc, etc. Mentir para salvar el honor si nos acusan de ladrones. Mentir si nos acusan de escurrir el bulto, de no hacer nuestro deber, mentir si no queríamos hablar con esa persona con la que teníamos que tratar un tema fundamental sobre la familia. Mentimos muy bien, inventamos muy bien un lugar, una persona, una situación. Solo hay que ponernos en la tesitura de mentir, de defendernos de alguien contando lo que no fue. Pero los números, las personas y las situaciones cantan y al final, tú no estuviste allí, ni tú eres ese que dices que eres, etc. Es como los crímenes que aparecen en la televisión: alguien ha sido y alguien miente, inventa. El detective sabe de mentiras, de buscar excusas, de buscarse una coartada. Y al final, la mentira cae como un castillo, sea de naipes o de piedra.

Recuerdo la multitud cantando y bailando por las calles,

recuerdo el amor que perdí, lo tonto que era, el dolor que apareció en mi costado.

 Bajó a Madrid a ver su facultad de filosofía, donde él estudió. La encontró recoleta y humana, sede precisamente de un humanismo intelectual. Visitó la biblioteca pensando que la iba a encontrar vacía y se encontró con muchos estudiantes mirando y aprendiendo sus apuntes. Los profesores que habrá hoy en día, pensó, quizás sean mejores y más estrictos que los que él se encontró en esta facultad hace ya más de 20 años. La vida había pegado un empujón a estos pasillos, a estas aulas, a estos docentes y discentes de hoy. No había ni un ruido en la segunda planta, pasaba alguna estudiante que quizás llegaba tarde a clase, a juzgar por sus prisas. Había unas mesas en mitad del pasillo donde un joven comía un sándwich, el eterno sándwich de entrehoras. Se acercó al joven y le dijo: yo estudié aquí, en esta facultad. El joven no le hizo ni caso. El joven tenía una determinación. El joven no quería charla.

Vete al ayer y vive con él unas horas, unos momentos

solo para ver qué eres tú, qué son los años.

 Hay espejos domésticos que han captado en su cristal toda una vida, todas unas acciones y reacciones de ese hogar que podrían ser frías, cariñosas o dramáticas. Hay espejos que lo han mirado todo, el desnudo, la ropa que se ponía el habitante de la casa, la desesperación a veces. Los espejos deberían saber vomitar imágenes para que las viéramos revoloteando delante de nuestros ojos y mirarlas agudamente, sinceramente, ardientemente. Y en la ardiente oscuridad del espejo y de nosotros, saber que nosotros hemos sido capaces de eso, de eso y mucho más. Y el espejo haría una caridad de mostrarnos nuestro interior más fino, nuestro sentimiento más íntimo, nuestro dolor más reacio. El espejo debería ser máquina fotográfica, captador de instantes mudos revisables, testigo de nuestro comportamiento más indecoroso. Si hablara el espejo...

A la memoria me viene un muro blanco

como el del colegio, como el de una cárcel, como el del hospital y allí voy a uno de ellos y ya estoy intramuros, la lección, la condena y la enfermedad.

 Este era un tipo, puede que fuera una mujer, para este diminuto relato da igual el sexo del protagonista, quizás sea también un tipe, de esos que inventó la egregia ministra, que tenía que escribir una carta a un amigo y no sabía ni por dónde empezar. No sabía que las cartas se empiezan más o menos con: yo estoy bien, espero que tú también, te escribía para (y se pone aquí lo que deseas de esa persona). Lo que deseaba este tipo, tipa o tipe era dinero de esa persona y por ello se demoraba tanto en su ejecución. Se demoraba porque no sabía la forma de pedirlo ni qué excusa exponer para pedir ese dinero. Cuando ya la escribió y la mandó, le tocó la lotería y ya no necesitaba el dinero. Ahora tenía que escribir otra carta para no pedir ese dinero. Pero el dinero llegó y tuvo que devolverlo. Y el amigo destinatario de las cartas no entendió nada. Porque el tipe le decía que le habían embargado el coche y le embargarían la casa si no pagaba el montante que pedía el tipe. Y así todo fue un lío de idas y venidas de dinero que podrían haber causado un lío mayor.

El tiempo ya tasa el poder de la hora.

Me levanto y admiro tanta perfección, tanto orden, tanto amor sujeto a la realidad.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Cuando nos quejamos, debemos hacerlo con sordina. Quiere decir con sordina que lo hagamos levemente, no sea que creamos que somos los peores tratados en este mundo. Si observamos un poco los medios de comunicación veremos que hay mucha gente colgada por las adicciones, por enfermedades duras de llevar como el ELA, por relaciones familiares tóxicas y perniciosas difíciles de quitarse de en medio o denunciar, por relaciones tóxicas de pareja en las cuales, uno abusa de la otra pareja, por motivos laborales de explotación que son difíciles de revertir, etc., etc. Antes de quejarnos, veamos cómo está poblado este mundo de explotadores, abusadores, trileros que nos engañan y nos arruinan en una estafa, de malas personas. Si no has padecido algo de todo esto, si eres feliz en tu familia a pesar de los esfuerzos que conlleva, si no sufres estos casos que pongo arriba y otros muchos que hay de injusticia social, laboral, matrimonial, etc., quéjate con sordina.

El mar es muy grande, no se puede abarcar con la vista.

Así el género humano. La vista sola no alcanza a ver su dimensión entera.

 En este mundo hay una cantidad de pareceres inabarcable para el ser humano individual. Puedes encontrarte con un señor que cree en la virgen de los desamparados y luego, por influencia de sus padres, que crea en el psoe, cuando el psoe no es muy tendente a la religión. O puedes encontrar un señor del pp que es ateo. No hay que encasillar a la gente sino tratar con respeto sus convicciones y asumirlas en lo posible. Para mí, la única excepción que no tolero, es creer en la violencia. No me gusta la violencia ni los que creen en ella, sea esta física o verbal. La violencia solo crea más violencia y puede esta llegar a una espiral que ni el mismo violento controle o desee ya porque ha ido muy lejos. Pero el violento la ha iniciado. Me gusta el legado que Gandhi dejó en la política y en la religión: la resistencia pasiva. Hay que resistir a la opresión y al abuso, pero sin violencia. Yo leí la vida de Gandhi y me asombró y me gustó y veo que es buena la teoría que llevó a la práctica.

Somos españoles, somos europeos, somos orientalistas, somos devotos de un santo, somos lo que no se sabe.

Porque el ser humano es muy complejo.

 Ayer vi en el autobús a una chica que se pintaba los ojos. Era muy guapa. Luego vi cómo se quitaba un par de zapatillas azules y se ponía unas zapatillas blancas que sacó de una bolsa. Antes, en la parada del autobús, vi un chico joven leyendo poemas que tenía una camiseta que en el lado posterior, el de la espalda, se veía dibujado un vampiro de color rojo que mordía a una joven pudorosa. A mi izquierda, también en la parada, oí a un chico que decía: you can impress, quería decir can´t pero no pronunciaba la "t". Y así me monté en el autobús y fui viendo un chico con un corte de pelo realmente raro, rapado un lateral con rayitas que mostraban la piel del cráneo y vi una mujer muy gorda que iba con una maletita de madera, de esas antiguas que llevaban pinceles y pinturas. El mundo es un universo de color y de vida que no alcanzamos a comprender en una vida que estamos en él, tendríamos que vivir tres vidas para hacernos una idea de lo que habita en él. Y de su importancia fuera ya de creencias o fidelidades a ideas que lo tergiversan todo.

Sonaban canciones, sonaban en las canciones diversos dolores,

sonaba el eco de la tierra madre, sonaba la luz y sonaba la gente.

 En esto de hacer blogs debe de haber un orden, como en todas las cosas, pero a veces uno empieza y no sabe cómo acabará porque se da uno a la improvisación. Si la improvisación es buena, no hay problema. El problema es que te salga un churro de blog. Lo que voy a tratar es de la intuición de las personas que, a veces, tiene mayor poder que la razón y la fe. Yo intuí, en mi última oposición de la que me examiné, que conseguiría plaza y así fue. Otros intuyen que han de apuntarse a una ONG o algún partido político, que serán útiles una vez dentro de ese tipo de organizaciones. Otros tienen la intuición de que serán felices con una familia extensa. Y tienen 5 hijos, yendo en contra de la economía vigente. Y es que, teniendo una intuición, que es como una creencia pero más primitiva, nada te detendrá. La intuición es propia de animales, pero es que el ser humano tiene todavía mucho de animal cerebralmente. El ser humano actúa a veces con un impulso que no es creencia ni fe, sino un deseo que lo vence todo, un deseo vital, un deseo que es intuición.

Tras siglos y siglos de estar el ser humano en la Tierra, 

todavía ese ser humano se guía por intuiciones, por creencias no organizadas mentalmente.

 En la vida, no se puede mantener una creencia cerrada, a pies juntillas, sin tener el menor deseo de racionalizar esa creencia de cuando en cuando y darle un poquito de crítica. Así podemos también enjuiciar otras creencias y no creernos que creemos en la verdad absoluta. Así pasa con el que cree en la política de forma cerrada y piensa que todo en el mundo es política: estará equivocado. O el que crea que lo mejor de la vida es tener una buena imagen exterior: también estará equivocado si no somete esta creencia a que sus coetáneos puedan no creer en tener que vestir de forma maravillosa y elegante. Y así todo. Yo, por ejemplo, le doy a la política el interés que tiene y no más. Y encima, la critico por no crear más que líos en la vida pública como ha creado la gota fría de Valencia. La vida no es para creer en esto y en lo otro a ultranza, porque está demostrado que es un error, sino que cada fe que deposites en algo, debes someterlo a crítica porque no todo el mundo piensa lo mismo que tú ni mucho menos.

Flores y libros y sábanas y puñales y pistolas y fusiles:

De estas cosas está hecha la vida, de cosas distintas, para que seamos distintos y creamos en varias cosas, no solo en una.

lunes, 18 de noviembre de 2024

 Hoy habrán nacido niños, unos cuantos. Los niños dan alegría y ganas de cogerlos, de hacerlos muecas divertidas, de amamantarlos, de limpiarles los mocos, de besarlos; así hasta que se hacen mayores. Cuando empiezan a andar hay que tener mucho cuidado con ellos, pues no tienen miedo a nada. Hay, por lo tanto, que meterles el miedo  a los coches, a los enchufes, a los productos farmacéuticos que saben a fresa, etc. Los niños pequeños que nacen nuevos no saben nada. Solo que su madre significa comida. Luego van aprendiendo normas, modos de conversar, qué está bien y qué está mal. Y ojalá no cojan una adicción de mayores porque en España, las adicciones se cogen con facilidad.

Todos fuimos niños.

Todos empezamos a distinguir lo malo de lo bueno. O casi todos.

domingo, 17 de noviembre de 2024

 Que la flor, el verso bueno y la buena voluntad quepan en la Tierra para que Dios se sienta oído. Que todo suceda por una causalidad benigna, que nada surja de un azar estúpido. Todos debemos controlar lo que tenemos y hacemos, lo que nos distingue de los demás y no ser como piaras de cerdos, todos mirando hacia abajo. El dinero es bueno tenerlo por si surge cualquier evento malo, pero no creer más que en el dinero no es bueno. Creamos en los que tengamos al lado, a los que hay que favorecer para que sigan siendo familiares y amigos. En la familia se cometen el 70% de delitos y son más callados, más ocultos. Que salga a la luz el abuso de poder o de otra clase en la familia y empezará a curarse la herida abierta en el inocente.

Tú persistes en la Tierra, tú mandas, tú eres poderoso.

Haz que el inocente salga a flote en medio de sus enemigos.

 Hoy he estado con un hombre impulsivo que por ser tal, se ha lastimado un brazo. Está un poco obsesionado con los ejercicios que le ha mandado el médico. No ve la hora en que pueda mover el brazo que, por ahora lo tiene en cabestrillo. La mandanga del domingo de madrugada ya parece que ha pasado dejando drogadictos a su paso. La gente consume. Yo también consumo: patatas, coliflor, etc. Hay que saber para qué sirven los eufemismos pero también a veces hay que evitarlos. No sirve decir "yo consumo", sino decir "yo me drogo" en cuanto puedo. Y así nos entenderíamos mejor. La droga es mala pero yo no tengo fundamento moral para atacar al que se droga porque fumo. Bien es que a mí el tabaco no me saca de mis casillas. Puedo estar tres horas sin fumar si es preciso. Pero me drogo suavemente, vamos a dejarlo ahí.

He esperado en tu palabra, tu palabra me ha guiado.

Si doy un tropezón, tu palabra me hará surgir de nuevo a la superficie.

sábado, 16 de noviembre de 2024

 Ayer hablé yo a mi hermano de la anhedonia. Es un mal que sufren las personas que no disfrutan de nada. Van como robots a todos los sitios. No disfrutan de la comida, de los paseos, de los monumentos espectaculares, de los ocasos rojos ni violetas ni de ver al otro sexo etc. La anhedonia puede afectar a los enfermos mentales, es un tránsito cuando las pastillas no funcionan o cuando el enfermo no se adapta a su realidad. Es penoso vivirla, ves a los demás como carne que anda y ves las cosas que a otros maravillan como un simple destello muy débil para los sentidos. Yo la he vivido. No es como una depresión, pero se le acerca. Puta anhedonia. No tenía que existir.

La sombra agresiva de las siestas de agosto

viene a este noviembre, con signo de derrota.


 A las 10:10 salía yo de casa para ir al Ahorramas. He comprado chuletillas y cebollas y repollo y pan y huevos ya que mañana voy a hacer una tortilla de patatas. Patatas ya tenía. A lo mejor me falta aceite, así que quizás lo compre mañana en Supercor, donde tienen ofertas (3 litros a 10 pavos el litro). La mañana se recuece de nubes y del sol que arriba, calienta suavemente. La materia humana va andando, dirigida por el cerebro que está dentro del cráneo. Los productos alimenticios descansan en las vitrinas esperando que alguien los coja y los fría, los ase, los coma, en definitiva. El mundo es sota, caballo y rey todos los días. No existen cambios, no vemos mejoría, no alcanzamos la plenitud moral como seres humanos que somos cantados de mil poetas. La cosa no parece ir mejor, sino peor, cada vez más tontos, más obsesionados, más absurdos.

Nuestra conciencia construida a lo largo de generaciones

se rompe hoy día con los aparatitos y la desgana de comer y la locura.

viernes, 15 de noviembre de 2024

Amenazas, insultos graves, muy graves, mentiras sobre la persona. Y llama. ¿Para qué llama? Todo fue muy desagradable. Démoslo al olvido. Yo apuro el tiempo en que soy libre, en que no hay nadie en mi vida que pueda estropearla. Hoy es viernes y solo queda mes y medio de 2024. Coño, cómo pasa la vida. Coño tiene la misma ñ de mañana. Mañana tiene dos significados, es palabra polisémica. Mañana no viene si no hubo ayer. A algunos se les acaban los ayeres y el mañana. A algunos se les queda corto el diccionario de insultos. Hoy por hoy, hay que creer en que uno tenga dos sexos o tres o ninguno. Hoy también es una palabreja más bien solitaria. No participa del futuro como mañana y no tiene pasado como ayer. Hoy es una encrucijada, es donde estamos siempre, queramos o no queramos. Alguno vendrá que de tu casa te echará. La vida es duda, temor y sinrazón.

La cerrazón de la playa, la estulticia de tanta arena

me provoca un misterio grande en la cabeza, el nacimiento de un deseo inevitable.

 Tentar la mano que se ama, sean niños, sean mujeres u hombres, sean dulces perros que andan por casa es a lo que debe aspirar un ser humano. Amar. Amar es el verbo que anida felizmente en la mano, en el corazón si todo este mundo falla. No sabremos nunca qué es la vida o la muerte, pero podemos intentar amar. Las horas que se pasan pendiente del otro, no se pasan en juegos absurdos, en bravatas de hombre solitario y gris. Estar con personas que amamos nos da la intensa sensación de no perder el tiempo, sino ganarlo para los dos. O los tres, o los que hubiere. Me siento un tanto melancólico, me siento dolorosamente yo, me siento cariñosamente abierto a una mano tendida.

La aventura de la noche ya pasó, viene la aventura a la luz de la mañana

para que sepamos que todo pasa, todo pasa.

 Los hay que se encaraman a una posición de poder de la que ya no saben cómo salir ni quieren, que es lo malo. Los hay que siempre han obedecido y ya no saben hacer otra cosa. Pero ay de los que obedecen y ya se cansan de ello. La furia que desatan es grande. La oscura concavidad del día no queremos verla por la noche, la queremos sujeta quizás a una farola apagada o atada al rabo de un perrito de esos pequeños que dan muchos gritos. La muerte visita todos los días todos los corazones para dejarlos temblando de miedo. No se cree ya en Dios como se cree en el dinero o en la fachada de un piso. Disfruto del ahora porque el futuro será más difícil de disfrutar. Nadie quiere ya un café con leche, ni ver el atardecer ni la salida en tromba de un fábrica de finales del XIX. La vida no es que esté en otra parte, es que ya lleva mucho tiempo en otra parte. Qué angustioso vivir en los pronombres, qué solitario dolor vivir en uno solo.

Esta palabra inicial de todas las mañanas, este ir y venir a las afueras, este dolor solitario

se asemeja a un pez fuera del agua, a una vaca enorme, a un sinfín de películas malas.

 Los políticos fabrican un pim-pam-pum para no hablar de sus errores. Los políticos solo llevan a cabo leyes y proyectos electoralistas. Los políticos mienten impunemente. Los políticos se alían con quien sea para conseguir más tiempo en el poder. Lo que los políticos persiguen es poder, no servir al pueblo. La mañana está ahíta de oscuros pliegues que se quedan ya todo el día pegados a una esquina. La mañana surge, quizás como un avión o un cohete o una moto para que todos la disfrutemos. La mañana es eso que brota, tras la madrugada, para que veamos al vecino con más nitidez. Es una pena que la mañana ceda su puesto temporal a la tarde. La tarde es más sumisa, más infantil, más inocente que la mañana.

Caduca la fe, ya no creemos por creer.

Hay que creer en algo físico, temporal, monetario.

jueves, 14 de noviembre de 2024

 Y nada me gusta más que hacer canciones, decía el cantante. Pero hoy las musas han pasao de mí, decía el cantante. Andarán de vacaciones. Me gusta ser discreto. Me gusta el melocotón en almíbar. Suena el chatarrero una y otra vez. Me he dado una ducha. Siento fresca la piel. Las casas están frías, guardan en su interior el frío de la noche. No he ido a por el periódico. Hace viento. Un viento que recorre el vientre de la ciudad provocándole un carácter salvaje. El kiosco de prensa se expande hacia la avenida. Los periódicos, tendidos como sábanas, esperan ser vendidos. La luna aún no ha dicho su última palabra. Hoy es jueves, 14 de noviembre. Y no sé decir nada más. Nada más.

Hubo en el jueves un cambio a ser lunes otra vez

pero no fue muy notado. A lo que no se atrevió el jueves es a ser sábado.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

 Si estos blogs sirven para hacer pasar el rato por unos minutos, pues yo tan contento. A veces la calidad de ellos no es muy buena, son un poco extraños y demás. Pero yo también paso el rato escribiéndolos. El rato, ese momento parecido a un roedor que pasa por nuestra vida y no sabemos cómo matarle. Es floja la vida y, a veces, se distiende y no llegan a armarse unos momentos divertidos. Por lo que hay que hacer algo; escribir, salir a la calle, desayunar fuera, leer el periódico, jugar al pádel. En fin, matar el tiempo que es oro, nos han dicho. Si alguien tiene un proyecto que durará meses y es de interés general, por ejemplo, la construcción de un dique, qué entretenido estará ese alguien. Y si no, la rutina de siempre pero ensalzada a la importancia que tiene. La rutina también se salva si es para bien.

Cuerpos jóvenes, salitrosos, flexibles, hondos en el amar

se tendían en la playa y mojaban la arena.

 Yo debería saber hacer un potaje para tres y comer todos en casa porque en el restaurante al que vamos, no dan la calefacción y mi padre se constipa. Pero yo no soy un cocinero de mucha confianza. La gente no cree en mis guisos. No me he ganado fama de buen guisandero, así que no me arriesgo a que salga mal mi comida. El que no prueba a ver si algo le sale bien o mal, no puede nunca salir con buena o mala fama. Un potaje de garbanzos, judías, espinacas, patatas, tocino y jamón no estaría mal. Pero no lo hago ni en mi casa ni en la de mi padre. Ya hace un frío que pela. Como se suele decir, ha venido una brusca bajada de temperatura. La primavera de principios de noviembre se acabó. A ver si nieva en los altos de una vez.

Haz algo. Ponlo en juicio de los demás.

Verás si vales o no vales.

 Las palabras, en peligro, al borde de no decir nada, callaron un rato. No se publicaron más novelas ni hubo tirada de periódicos. La emisión de televisión se cortó. La gente, en la calle, hablaba de que nadie hablaba por miedo a que las palabras no valiesen ya, no dijeran lo que tenían que decir. Mi hijo no habla, decía una madre. Pero nadie le hacía caso porque toda la comunidad parlante había llegado a la conclusión de que las palabras no eran serias, no se podía fiar uno de ellas. Las palabras mentían, confundían. Se estrenaron los gestos como sustitutos de las palabras. Comer se decía llevando los dedos a la boca. Vete de aquí se decía con el índice. Te quiero se decía con un beso y así, los gestos ya sabidos y los inventados por esta sociedad que desconfiaba de las palabras, se fueron imponiendo. Las canciones fueron relegadas al olvido. La gente no cantaba, no decía, no hablaba. Y así se tiraron varios siglos, no se podría contar cuántos. Y la sociedad cambió sin palabras.

Un desierto desolado, reacio al hombre, oscuro, traidor y extenso

guardaba el silencio tan bien que muchos fueron a él pero se terminó llenando de gente. Ya no era el desierto.

 Esta era una mujer que salió de casa un día que durmió muy mal, por pesadillas horrendas. Serían las 7 de la madrugada y ya no quiso entrar nunca más en ella. Había soñado, literalmente, que su casa se caía encima de ella mientras veía una serie de éxito en canal plus. Se compró el periódico y comió fuera, en un restaurante ramplón. A la noche, durmió en un hostal, también ramplón. No quería, por ningún motivo, regresar a su casa. Daba vueltas por la ciudad y, de vez en cuando se asomaba a su bloque de viviendas a ver si se caía y, como no se caía, esperaba a que se cayera. El poco dinero que tenía, se lo gastó de modo que al fin, subió a su piso, temerosa. En un periódico había leído sobre una serie de canal plus muy buena. No se quiso sustraer a verla. Se puso a verla y el piso no se cayó. La mujer recobró la confianza en el destino y ya dejó de creer en el piso que se caía encima. Pero una bacteria de esas que hay en los restaurantes ramplones la atacó y tuvo que ir al hospital. Todavía se está recuperando. Vivía sola, vivía sin al cariño de nadie, vivía a la buena de Dios.

Atrapar en palabras todo lo que palpita o vive

es un auténtico error de los poetas.

 Ya ha llegado el frío. Ayer, precisamente. Ha bajado en número la gente que he visto por la calle cuando iba a por el periódico. La ballena es el cerdo del mar: se aprovecha todo. El leopardo es de costumbres solitarias. El elefante macho es muy irascible a la hora de defender la manada. El ratón posee un metabolismo aceleradísimo, siempre está moviéndose. Dicen que los elefantes se asustan de los ratones pero es un chiste malo. Después del leopardo, me gusta ver al chimpancé, con esa fuerza que tiene y lo gracioso que se muestra. Las gallinas tuercen el cuello constantemente; están todo el rato midiendo el miedo a lo que las rodea. Hay escarabajos de un color imposible, radiante, así como verde brillante o rojo intenso. Los gobios son unos pececitos de los ríos que tienen un pequeño bigote. Las libélulas de colores aparecen por los ríos; tienen una voracidad grande y pueden comerse incluso a los renacuajos.

La naturaleza es muy extensa y muy sabia.

Dejemos obrar a la naturaleza.

martes, 12 de noviembre de 2024

 Te alicato hasta el techo, decía Julito y nos reíamos. El pueblo me pone. El pueblo me pone enfermo. Y nos reíamos. E íbamos a los bailes de los otros pueblos. A uno fuimos a pie. Y había vacas en la noche y había risas por las hijas del alcalde. Íbamos charlando de cosas del pueblo, de la ciudad, de las fiestas, de unos y de otros. Y nos reíamos un montón. El caso era divertirse de unas expresiones que se acuñaban en la noche, en boca de porreros y borrachos. En el pueblo había muchos albañiles, muchos camareros y luego estábamos Julito y yo, que nos reíamos todo lo que podíamos. Y decíamos a los cantantes de la orquesta que los íbamos a tirar al pilón si no cantaban una de Battiato. Yo quiero verte danzar. Y luego bailábamos una jota de risa en la plaza. Posición de jota, decía Julito.

Los años pasan, la gente pasa, los amigos pasan

y todo es un poco más triste, ya no hay chiste, ya no hay Julito.

El psicoanalista apuntaba: no quiero ir a la guerra. Dormir es la solución a mis males, dormir siempre. No quiero vivir. Soy muy del revés. A veces me asalta la vida y su furia. No quiero ir a la guerra. A lo mejor me suicido. Estoy en un callejón sin salida. Por eso insulto a la gente y la amenazo. Sería bonito ir al pueblo, con mis amigos. Mis amigos están casados y pasan de mí. Yo no sé qué hacer con mi vida. ¿Lo sabe usted? No. Yo no sé nada. Solo sé lo que dice usted. Mi vida es penosa. Odio a todo el mundo porque tiene mejor vida que yo. No quiero ir a la guerra. La droga es la solución. O dormir. No sé cuál es la solución. ¿Quiere usted suicidarse? No sé nada. Solo sé que no sé nada.

Las aguas, en un manso ruido tranquilizador

pasaron a mi lado durante un tiempo, durante un tiempo.

 Había una mujer que siempre quería tener la razón. Encima, era muy brutita, muy testaruda. Estas dos combinaciones del carácter hacían que a veces avasallara a cualquiera que se ponía en su camino. Pero un día, le dieron una hostia en mitad de la cara. Fue una hostia que se oyó en Leganés, donde nunca pasa nada. Y, a partir de ahí, esta señora ya se paraba a pensar lo que decía y a no decir todo lo que pensaba porque entendió que ya no siempre iba a tener la razón. Pero se llevó otra hostia, esta hostia fue no justificada pero ya la señora achantó del todo todo lo que hacía y decía y se convirtió en una persona absurda, si no lo era ya, imbécil y temerosa de los hombres. Y un día la vi pasar por la calle e iba agachada, triste y perdida en su pensar.

Las fábulas persecutorias que tienes en el sueño 

son expresiones de miedos y complejos de la realidad.

Un hombre canoso se creía muy listo: alertaba de los amaneceres imprevistos, surcaba las calles como un adalid de los necesitados, pero era muy violento también: rompía el cielo con una espada de doble filo a eso del atardecer, cuando la gente estaba merendando. Y al final, este canoso muy listo, daba pena. Daba pena porque las hormigas de la impaciencia corrían por su piel de oso feo. Daba pena porque no sabía vivir sin la ira de por medio. Y este hombre canoso y feo se cayó un día en la calle y nadie le recogió porque daba muchas voces insultando y maldiciendo la luna que ya aparecía en lontananza. Y este hombre ni manda, ni sabe ni está.

Resucitas el sueño con la palabra

y vives mejor después de contarlo.

 Hay una ternura grande entre los hermanos que atraviesa puertas cerradas y llama y llama donde no hay nadie más que la locura. Pero pronto se superará el dolor del sueño, del día empezado, de la noche siniestra. Ya dejamos atrás compañías fáciles, oscuridades de personas que eran lo que no eran, lo que no queríamos. Me echo un cigarrillo y aspiro profundamente el humo, un humo que desaliña la mañana, la vuelve tenue como el aroma de las pesadillas cuando uno despierta y ve la luz y ve que no hay ofensa a la mente y ve que otro día y ve que el sueño se rompe cada noche. La luz irradiada por la ventana trae un sutilísimo aire de ruptura. De ruptura con lo terreno, con los pijos que tienen un piso en cada padre.

Las ramas rendían homenaje al sol,

tiñendo de verde la luz, la vitoreada mañana, la escasa conciencia de la gente.

 Un señor tenía pesadillas todas las noches. No sabía cómo quitárselas de encima. Las pesadillas le hacían levantar asustado a las cinco o seis de la madrugada. Luego, tardaba mucho en dormirse otra vez. Tenía este señor un hermano que vivía cerca, en la misma ciudad. Le comentó lo de los malos sueños. El hermano, que había estudiado algo de psicología, quiso hacer una prueba con su hermano: le psicoanalizaría. Por las tardes, llegaron a un acuerdo: el hermano afectado le contaría, mediante la corriente de la conciencia, toda su vida, sus miedos, sus complejos, sus dolores mentales, sus penas como ser humano. El hermano psicoanalista se sentaba en una silla frente a la cama donde su hermano contaba cosas. El hermano iba apuntando. Al cabo de diez sesiones, el hermano psicoanalista tenía un resultado: su hermano temía a la locura, que la locura le atrapase en su vida y no le dejase ser él mismo. Estuvieron analizando lo dicho y apuntado y poco a poco, las pesadillas desaparecieron pues el mismo hermano enfermo fue desvelando la causa de las mismas.

Por encima de la pared caída

había una enfermedad que persistía.

lunes, 11 de noviembre de 2024

 Así como trata la administración a sus ciudadanos, así se puede juzgar a un país. Y me parece que todos hemos tenido encontronazos con la administración. Los ayuntamientos, la administración sanitaria, la administración de la seguridad social y otras administraciones en España son penosas. Llegamos a emular la novela de Kafka, "El proceso" donde nadie sabe nada de su persona ni de sus derechos como ciudadano. Pero bueno, cuando conseguimos nuestro propósito después de pasar por varias ventanillas, nos damos con un canto en los dientes. Se están limando las uñas algunas funcionarias mientras un mantenido del ayuntamiento te dice que no puedes pasar. Vas a un centro de salud y te dicen que no saben nada de ese médico o te engañan abiertamente, como si fueras gilipollas. Y vas a jubilarte y necesitas un abogado recomendado por tu puta hermana y por tu puto cuñado. Y así, tienes que llamar a abogados por teléfono y cuando ven que no necesitas abogado, fotocopian tu demanda de pensión porque les encantan los documentos ajenos. Menudos pájaros mi hermana y mi cuñado. Qué ladrones y qué asquerosos.

Mi hermana y mi cuñado son de lo que no hay.

Mejor, muy lejos de ellos.

 Cuando me acuerdo de Manolito Gafotas en una película que hicieron de los libros de Elvira Lindo y me acuerdo de cómo cantaba Manolito la campanera, me estremezco en el alma y me lo paso bien. En un periódico he oído hablar de Manolito Gafotas de antihéroe. Para mí no es un antihéroe. Manolito encarna el amor a la familia. Le salen mal las cosas y tiene un hermano al que llama el imbécil, pero Manolito es muy majo y vive en Móstoles y come salchichas para cenar y en el colegio siempre le suspenden. El abuelo de Manolito se pirra por los tintos de verano y duerme en camiseta por el calor. Pero, ya digo, para mí Manolito no es un antihéroe sino un héroe de barrio como se puede ser queriendo mucho a sus padres y jugando en el patio siempre de portero.

Una ciudad discreta, noble y solidaria

es como yo quiero la ciudad.

 Este fin de semana, he hablado con una camarera de religión. No sé cómo surgió el tema, pero hablamos mientras me tomaba un café. Hablamos de rezar, de si esta vida es un paso para la eterna, de si ir a misa. Ella dijo  que es ortodoxa pero que le valía también la religión católica. La vida te ofrece motivos para charlar. Y si es de un tema principal, como es la religión, mejor. Es de tontos estar hablando y pensando siempre en una herencia, en lo que se gana en tu oficio, del puto dinero siempre. El dinero vale para mejorar el status de la persona, no para comprarte caprichitos tontos; como dice un refrán: la gente se gasta el dinero en lo innecesario y luego le falta lo necesario. Así les pasa luego, que para lo importante, no tienen dinero y para visitar almacenes de ropa les falta tiempo. Hay gente que no aprenden a ahorrar para cuando sea viejo, pero de viejo aprenden el no haber ahorrado.

Cuando yo era joven oía conversaciones de mis padres.

Y aprendí mucho de ellas.

 El sábado por la noche, a eso de las 8:30, no había jóvenes por las calles. En tema de fiesta solo hay un lugar en Majadahonda para divertirse: un local de actuaciones en el zoco. El domingo disfruté de pequeñas cosas, como me aconsejaba el horóscopo y lo pasé mejor, pero el tiempo en casa transcurre lento. Hoy lunes me ha costado levantarme pero he ido a que me corten el pelo. Mi cráneo pelado luce algunas canas. Luego he leído el periódico, sobre Dicrapio. Dice que desde los cinco años hacía anuncios y su mejor padrino en Hollywood ha sido Robert de Niro. En el periódico le sacaban al actor, que cumple 50 años, algunas amistades relacionadas con abusos. Este periódico está obsesionado con abusos, violaciones y violencia de género y el Me Too y gilipolleces de esas. No hay día que no hablen o sugieran un abuso, una violación o hablen de cuántas mujeres ingenieras hay en España, etc. Tienen la mente enferma en ese periódico.

Las mujeres son objeto de abuso. Las mujeres son débiles porque abusan de ellas. Las mujeres necesitan protección.

Y luego: no hay una casa para la que quiere huir de su maltratador.

domingo, 10 de noviembre de 2024

 Me cuesta un montón levantarme pero al fin, lo hago. Leo el periódico en la plaza de Jardinillos. Muchas noticias que no leo, solo los titulares. El horóscopo me dice que disfrute de las pequeñas cosas. Iré a Las Rozas hoy (una pequeña cosa) porque me lleno de endorfinas. Andar alivia ansias despiertas, deseos sin cumplir, la demagogia de la vida. Me siento ante el ordenador y busco historias concretas, busco dolores como el mío. La gente está ya muy cansada de todo esto que está pasando: guerras, devastación, malos políticos, mala política, delincuencia, dolores de cabeza, depresiones, insomnios... A lo mejor todo se va resolviendo por puro cansancio pero a saber. Yo me conformo con lo que hay y listos.

La soledad desbaratada que remonta los días 

me sirve de refugio, de melancólica amiga.


sábado, 9 de noviembre de 2024

 Yo caeré. Cae un hoja. Cayó mi hermano. Cayó mi madre. Cae una hoja. Los asuntos de la muerte no se hablan. Solo están ahí para que un rápido pensamiento los revise y los ahuyente deprisa. Cae otra hoja que, en el verano, fue verde armonioso. Las cosas valen para hacer trabajos o cubrirnos o divertirnos o limpiarnos. Cuando uno muere, ya no se peina, ya no se afeita ni se viste para salir a la calle, ni toma el sol en la playa. Solo sé que uno se muere. Solo sé que me moriré. No hay que ser tan materialista que le niegue al alma su existencia. Hablamos, lloramos, sentimos, ¿no es eso el alma? Si nos quitan el alma de golpe, ¿en qué quedamos? Quedemos en que somos seres unitarios y locos, gregarios y míseros, individuales y tristes.

Somos como ese arbusto que crece prácticamente en la arena.

Llenos de dudas, llenos de la tristeza de vivir, llenos de un dios pequeño y blando como las hojas tiernas que caen del árbol.

 Ha venido un poco de caos en la noche, la luz de los ojos no se apagaba. Y me hallo torpe en la mañana que siguió a la oscuridad. Hoy es sábado. Un sábado de nada que hacer, de no hay plan para hoy. Las cosas culturales se agitan en la gran ciudad. Hay ya belenes y maquetas de trenes eléctricos y un ensayo general de la III guerra mundial. Todo se puede visitar, todo está al alcance de cualquier bolsillo. Todo es cultura: un encuentro, un café con un amigo, un cuadro de Kandinsky, una explicación sobre la guerra civil, una crítica velada al gobierno. Viva la cultura y los culturales modos de ser uno español. Madrid y Bilbao y Valencia bullen de cultura, amemos la cultura sin condiciones.

Una secreta cámara del alma lloraba de incertidumbre.

Son las 12:50 de un sábado cualquiera.

viernes, 8 de noviembre de 2024

 Si tienes cierto orden en tu vida, eres ordenado con tus cosas y sigues una serie de hábitos saludables, ya tienes ganado mucho. Hay gente que, cuando les dan dinero, lo guardan en cualquier sitio, en el bolsillo de atrás del pantalón, por ejemplo, y otras veces lo meten en otro sitio. Luego, no saben dónde tienen el dinero y pierden un montón de tiempo buscándolo. Así con el bono transportes, las tarjetas del banco, etc. Y encima, están todo el día comiendo bollos, aperitivos... que hacen que no coman regularmente unas comidas pensadas y preparadas con criterio. La gente ordenada sabe si tiene que comer verdura tal día o siempre tiene el dinero en el mismo sitio o sabe eludir esos caprichos y no estar todo el día comiendo. Lo dijo Gandhi hace mucho tiempo: la desorganización trae el caos a tu vida.

Educación, respeto y orden:

tres pilares de una vida tranquila.