lunes, 5 de diciembre de 2022

 Hoy llueve. A poco que llueva, como ya no estamos acostumbrados, la gente se queda en casa y digo yo que se come una lata de judías y sanseacabó. Para eso precisamente están las latas de judías. No sé qué pasa últimamente que no oigo más que voces en el desierto de gente mayor a los que no van a ver los nietos, ya mayores. Mi padre me cuenta que, un viudo que conoce, se pone de frente a un cuadro de su mujer y ruega por otro día en la Tierra y que, si Dios le lleva, mejor, pues eso significará que ya estará con ella en el Cielo o en lo que haya después de la muerte. Esta historia me ha llenado de emoción porque todos nos quedaremos solos de viejos. O esa es la tendencia. ¿Por qué los viejos se quedan solos? ¿No es cruel dejarlos solos? Pues esa crueldad que ahora aplicamos con los mayores nos la aplicarán a nosotros cuando lo seamos.


El diente y el amigo, súfrelos en el dolor y en el vicio.

Los amigos están para eso: para lo bueno y para lo malo.

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