lunes, 8 de febrero de 2021

Antonio Gamoneda: todavía vive. Nació en Oviedo en 1931. Su padre fue poeta modernista que dejó solo un libro de poemas con el que aprendió a leer su hijo Antonio. Se quedó huérfano de padre muy pronto y se fue con su madre a León, donde vivió en el barrio obrero, donde Gamoneda vio todos los crímenes de la dictadura, cosa que le marcó. Trabajó en el Banco Mercantil y luego, en la diputación de León. Fue autodidacta. Ganó el premio Nacional de poesía y otros muchos. Regeneró la poesía. Pertenece a la generación del 60, pero su renovación formal lo acerca a los del 70.


                                            SUBLEVACIÓN.


Juro que la belleza
no proporciona dulces
sueños, sino el insomnio
purísimo del hielo,
la dura, indeclinable
materia del relámpago.

Hay que ser muy hombre para
soportar la belleza:
¿quién, invertido, separa,
hace tumbas distintas
para el pan común y la
música extremada?

Ay de los fugitivos,
de los que tienen miedo
de sus propias entrañas.
Si una vez el silencio
les hablase, ¿sabrían
respirar la angustiosa
bruma de los espíritus?
¿Cantarían su propia
conversación al espectro? (...)  De: "Sublevación inmóvil.

Yo no entiendo estos versos, la verdad. Parecen ser un ejercicio de estética y de invocación de derechos como la libertad. No entiendo el insomnio que produce la belleza ni que haya que ser muy hombre para entenderla. No sé qué tiene que ver el pan con la música. No sé de qué angustia habla, ni de los fugitivos ni de la bruma de los espíritus. No entiendo. Luego, en la continuación del poema, habla de la libertad. "Solo tiene / libertad quien la gana, dice el poeta Gamoneda. Mezcla la belleza con la libertad pero no lo entiendo.

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