lunes, 14 de octubre de 2019

Yo tengo unos amigos un tanto especiales que estuvieron un tiempo en la indigencia económica. Ahora parece que se han asentado económicamente. Uno de ellos, un gallego de raíces vascas, es tonto del haba. El sábado por la mañana me dice que no me saluda porque he llenado de cáscaras de pipas el kiosko de un mujer feminazi que dice que las mujeres no necesitan a los hombres y que un 90 % de mujeres se preñan con una jeringa de una nevera que hay llena de esperma de hombre. Que lo ha visto por la tele. O sea, gilipollas él y gilipollas ella. Me gasto en el puto kiosko una media de cinco euros por tarde y la tía dice que tiene que recoger mis cáscaras (que ella da una bolsa para recogerlas pero que a mí no me dio) y el tonto del gallego que si yo hago eso en el salón de mi casa. Le contesto que en el salón de mi casa hago lo que me sale de los cojones. Y no compro más sin alcohol en el kiosko de Carmen Calvo. Y no compro pipas, por supuesto. Allí solo iré a ver a mis amigos y listo. La Carmen Calvo esta quiere cobrar pero no barrer pipas. Le gusta más el dinero que a un tonto una piruleta. Pues de mí se acabó el dinero. Primero, por no darme la puta bolsita, segundo por parlar que yo eché las cáscaras y tercero por cobrarme 50 céntimos de euro por una bolsa de 25 gramos de pipas.
Por cierto, parece que octubre ha entrado en su ser.

Hay días tontos y tontos todos los días.

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