miércoles, 8 de mayo de 2019

Yo suelo leer los periódicos nacionales por internet por las mañanas por encima y por interés de compararlos. Me hacen mucha gracia los artículos de El País (solo leo uno) porque en esos artículos se dice, por ejemplo: el escritor holandés Fulano de tal ha escrito un libro (aquí un título muy largo) que dice tal y tal y tal. Esos escritores no son conocidos más que en el ambiente de la izquierda más rancia y se citan para tener más razón. A mí me recuerdan a una secta en la que todos leen los libros de los gurús que se inventan las cosas y todos dicen amén.
Todo el mundo (por muy zopenco que se sea) sabe que sitios como Cuba, Corea del Norte, China (aunque esta ha adoptado el sistema capitalista), Venezuela y Nicaragua, donde existen regímenes socialistas o comunistas se han convertido en reinos de unos cuantos que se han repartido la riqueza del país y la gente lo pasa putas. Algunas personas saben que Marx creía que la revolución comunista se iba a dar en Inglaterra por estar industrializada. Algunas personas saben que el comunismo es un falacia que ha conseguido mejoras para el trabajador pero no es un sistema político de éxito. Y el socialismo, más o menos.
Entonces, El País está escrito para una especie de secta que cree que las teorías que defiende la izquierda aún son válidas cuando la historia y los hechos han demostrado que traen la ruina a las naciones. No sé ya qué tiene que pasar para que la gente se desengañe de la izquierda.
Pero la izquierda, como tiene que subsistir de algún modo, coge otras banderas, fundamentalmente la del feminismo, y la agita hasta desfigurarla porque sabe que la defensa del trabajador ya no se defiende desde la izquierda. La izquierda es pura mentira. Se basa en una mentira ya descubierta.
Este tipo de periódicos dicen mentiras como si dijeran a los miembros de su secta que se desnuden en una habitación que va a venir un marciano a llevarlos a Marte.
Y hay gente que aún cree en estas mentiras y porfía en ellas. Pero como los demás sabemos historia y leemos, no nos engañan.

Las mentiras solo gustan a los mentirosos.

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