jueves, 19 de enero de 2017

Como llevo una vida laxa en que todas son horas no obligatorias, pues he conseguido hacerme un horario. Por la mañana voy a comprar el pan y a ver a mis padres. Luego cocino lo poco que sé cocinar. Como. Me echo la siesta que no es siesta sino estar tumbado un rato. Luego, de 4 a 6, escribo todo lo que puedo y procuro no agobiarme por si es poco o mucho. Solo deseo que lo que escribo fluya como un río tranquilo.

A las 6 me tomo una cerveza en la calle, sin amigos, sin gente, yo solo, a modo de termómetro humano que toma la temperatura a la tarde y a partir de las 7 me pongo a leer el libro que haya sacado de la biblioteca, sea este malo o bueno, todo alimenta.

Yo le digo a mi hermano que con esta vida que llevamos algo nos va a pasar y ni yo sé qué será lo que nos pase pero la envidia es muy mala y el vivir regalado trae factura.

En fin, la vida que llevo la desearía mucha gente pero nadie quiere ser enfermo crónico y nadie se ha tirado 20 años dando clase ni estudiando para sacarse una oposición y a nadie le gusta estar abstemio y no probar ni gota de alcohol ni drogas.

La suerte es muy relativa. Y muy puta.


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