domingo, 14 de septiembre de 2014

Voy a empezar a valorarme precisamente porque la gente que me rodea no me llega a la suela de los zapatos. Yo veo gente a mi alrededor sólo preocupada por su aspecto físico sin importarles que encima de sus hombros habita su cabeza, ya llena de telarañas por dentro. La gente es gilipollas desde que amanece. No piensa en nada útil, sólo en cómo pasar la mañana lo más a gusto posible. Hay gente obsesionada con la ropa que no sabe qué que ponerse y de eso hace una conversación de horas. Menudos gilipollas de las marcas. Yo he trabajado contra viento y marea y me he sacado una oposición contra todos elementos adversos posibles. Me he estudiado toda la literatura española y la gramática de pe a pa. Sé más de literatura que el resto de los mortales. ¿Y de qué me sirve? Para comprobar que la gente es imbécil, sólo eso. A cada paso que doy me cruzo un imbécil irresponsable que no sabe más que beber y hacer el gilipollas todo el santo día. Ojalá la literatura fuera más amable pero sólo sirve para darse cuenta de lo mal que está el mundo y de la imbecilidad de la gente. Solo Dios sabe lo que ha creado: una inmensa mierda.

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