lunes, 8 de septiembre de 2014

Creo que vivo mejor últimamente porque me han desaparecido muchas preocupaciones. Yo, económicamente, no las tengo y tampoco tengo trabajo, que crea muchas preocupaciones. Me refiero a preocupaciones que tenía por ciertas personas. Las llamaremos manías. Cuando yo era profesor siempre había un alumno hijoputilla que se portaba mal. Inmediatamente, yo le cogía manía y trataba de anularle en el seno de la clase para que no molestara. Otras veces no era posible y le tenía que aguantar. Ha habido personas a mi alrededor a los que el año pasado yo cogí manía y pasa como con los alumnos: se han portado equivocadamente conmigo y de ahí la manía. Yo, como enfermo de la mente que soy, me cojo muchas obsesiones con cosas y con personas de las que no me libro fácilmente. Esas son las manías. Ahora vivo feliz. Ha coincidido esta felicidad con leerme un libro de Carnegie que debe ser muy famoso en EEUU y que trata de evitar preocupaciones pero no sé si tiene que ver. El caso es que las personas que han actuado erróneamente conmigo ya no son objeto de mis manías. Otra cosa vendrá. 

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