domingo, 14 de septiembre de 2014

Suenan músicas en la noche pero no en mi corazón. Coños buscan beneficios bajo los vaqueros. El amor ha quedado dañado tras el huracán de ojos muertos que atravesó la península. El corazón de los monos de cabeza hueca es de piedra, qué le vamos a hacer. El alcohol atraviesa regiones amables, regiones de dulzura estúpida todas las noches. Yo, en mi casa, me preparo un café con leche que es lo que sé prepararme mientras el botellón gira en la inmensa mierda circular de la juventud de hoy. Las abuelas se preparan para morir rodeadas de asquerosos nietecitos mientras el fuego se extiende ya hasta el rincón más perdido de los vómitos de los borrachos. Mi padre era alcóholico pero yo no, yo sólo bebo para divertirme y perder el control porque la vida es muy dura y todo eso que aprendí en un manual que daban en el burguer king los fines de semana. Yo no leo nada pero sé que el Quijote comía queso en un pajar o algo así. Bueno, la vida ya sabemos cómo es cada vez que pasa: que nos quedamos más solos que la una porque los corazones suelen tender a ser solitarios y mezquinos.

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