martes, 9 de septiembre de 2014

Hay quienes pretenden tener la misma alegría e inocencia que cuando eran niños y todo suena muy falso. Hay otra gente que llegada una edad, se cree en la obligación de estar dando lecciones constantemente y otros los hay que pasan tanto de todo y de todos que son los que mejor viven porque no se enteran de nada. Los que son como yo nos acordamos mucho, muchísimo, de nuestra etapa de juventud cuando todo era despreocupación y pasarlo bien. Contar chistes o inventos ante un auditorio nutrido era una forma de sentirme bien, de hacer reír a los demás y de conseguir que el tiempo, que no era una preocupación, no se tuviera en cuenta para nada. Cuando he llegado a una edad, todo es un rememorar, con lo que eso trae de comparación odiosa, todo es lamentarme de las obligaciones que he contraído, de lo poco que me divierto con los demás, de la poca gente que conozco con la que me lo paso bien de verdad, lo aburrido que soy, lo absurdo de los días uno tras otro. Cualquier tiempo pasado fue mejor.

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