lunes, 21 de octubre de 2013

Siempre se asocia a los jóvenes un cierto pasotismo de los asuntos que ocurren a su alrededor, sobre todo, de la política, de la que no suelen tener una idea concreta.
También se asocia a los jóvenes una manera de hablar en su propia jerga juvenil, como descuidada, usando términos como mola, pibe y mogollón.
Un señor pasa a ser un pibe o un tío, lo que mola, es guay y hoy en día, los jóvenes, para decir "mucho" usan la palabra "mazo". Así con otros términos que ayudan a separar generaciones de "señores serios" de los "jóvenes modernos" que hablan de una determinada forma característica. Supongo que esta separación de forma de pensar y de hablar ha ocurrido en todas las épocas, llevando el peso de la modernidad en la lengua los jóvenes en cuanto las modernas tecnologías o usos nuevos de los que los antiguos no se enteraban.
Pero estamos equivocados si tenemos una visión generalista de las cosas. Habrá jóvenes que dominen muchos registros idiomáticos y sólo usen su jerga en situaciones de ocio.
También habrá jóvenes concienciados políticamente que usen su oratoria de forma brillante para convencer a los demás de una postura ideológica concreta.
La edad no condiciona el pensamiento sino al revés.

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