sábado, 5 de octubre de 2013

El escritor escribe de lo que tiene en la cabeza o de lo que tiene en el corazón y aunque la historia que cuente sea ajena a él, hace sentir a los personajes sentimientos que ha sentido o que ha visto en otras personas, no puede ser de otra manera. También sus pensamientos van en esos personajes o en el trazo de la historia contada. Si yo cuento "guarradas" lo hago porque es una forma de liberarme de esta vida aburrida que llevo y porque me gustan más las "guarradas" que los crímenes.
Últimamente, todos los libros o películas que veo están motivadas por un crimen, por una muerte cruel, deliberada, causada por motivos económicos, pasionales, etc. Esos libros y películas, a mi modo de ver, incitan a la pura violencia para resolver los casos de la vida, son un mal ejemplo evidente.
En la primera escena de cualquier libro o película actual, ya hay un puñal o un disparo mortífero. Me hace vomitar tanto crimen. Nos toman por tontos a los lectores. "Ya se la ha cargao", es lo que se dice nada más empezar la historia. Todo lector inteligente sabe que en la vida normal no hay tantos crímenes porque si no, ¿qué sería de nosotros si todo se resolviera matando? Seamos sensatos y no pensemos que las historias precisan de muertes. La vida lleva otros derroteros más amables o más complicados que un simple "pues la mato o le mato". Yo no mato en mi novelita, los personajes se matan solos por sus malos pecados. Por favor, escritores, no matéis tanto. El arte imita a la vida.

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