sábado, 26 de octubre de 2013

¿La vida es vulgar?¿Uno mismo es vulgar?¿la gente con la que se cruza uno es vulgar y así hace la vida vulgar?¿Hace falta hacer un esfuerzo para que la vida no sea vulgar?¿Tomando un café con una persona interesante la vida es menos vulgar?
La respuesta a todas estas preguntas que me hago a mí mismo creo que es que cada uno ha de saber transcender su propia vida del modo que sea porque la vida, en sí misma es vulgar; es, básicamente, más plana que un plato vacío.
Hay que llenar ese plato vacío de comida elaborada, de manjares que han tenido un trato delicioso en una cocina, en la cocina del ingenio.
No nos podemos limitar en la vida a pasar por ella como un televidente más. Hay que actuar, hay que ir de juerga, hay que querer a una mujer o un hombre lo mejor que se sepa, hay que ir llenando el lapso de tiempo en que el sol sale y se pone con actividades enriquecedoras de nuestro espíritu, no de nuestro estómago. Por ejemplo, podemos leer y después, agradecer nuestra dedicación intelectual comiéndonos un bombón de chocolate. 

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