sábado, 5 de octubre de 2013

Quiero hablar de mi novelita. De lo que recuerdo de mi novelita. La acción empieza y ya no termina, todo va pasando frente a los ojos del lector de forma rápida. La monja protagonista, la monja puta, está en una situación de caos total: ya no puede ser monja ni puede cuidar a nadie, ni puede creer ya en Dios. Entonces aparece el diablo a meterse en ese cuerpo pecador.
Yo quería dar a entender cómo una persona que deja de creer en sí misma cae en el mal y entonces pasa a creer en el mal. Es como con los vicios: a veces sólo se cree en la ginebra o en los cigarros que uno se fuma, le dan consuelo de alguna manera.
Mi novela no se puede comparar con una novela importante de estas que se publican y se venden en librerías pero no me atrevo a decir que es mala del todo, tiene su aquel mi novela.
Luego aparece al profesor, que está basado en mi propia experiencia como profesor. El profesor tampoco es bueno del todo.
Y la novela acaba bien, cada oveja con su pareja porque no soy yo un autor vengativo que mata a sus personajes y quiero pensar que después de hacer el mal todo el mundo tiene que tener su oportunidad, si puede el malo acogerse a ella.

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