domingo, 22 de septiembre de 2013

La gente que se escandaliza por lo más mínimo de la conducta de los demás pero no analiza su cutre manera de conducirse por la vida, es demente. Y no hace falta que sean católicos ni beatos: son gente corriente aparentemente que no suele tener amigos porque nadie los soportaría pero que se regocijan en coartar cuanto pueden la vida de los demás porque se la coartan a sí mismos al máximo.
Son de lo que no hay. Son peligrosos.
Te dirán que vestir así está mal, que no se debe hacer esto o lo otro, que lo suyo es lo  mejor y a lo que debe aspirar cualquier persona y viven en un mundo cutre y pequeñito como si acabaran de ver al dinosaurio de Monterrosso.
Estas gentes se limitan a un horario autoimpuesto y no dan ni un minuto a la imaginación porque carecen de ella. Su opinión es muy pobre pero la quieren imponer a los demás como artículo de fe. Si los haces caso mal y si no les haces caso, peor porque siempre están como ofendidos. Quien no tiene contento, no haya buen asiento.

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