Va de azul por la playa. Se escapan del frío y van a una playa del sur, al sol que más calienta. Los días, para los demás, pasan de la misma manera, en la caja de zapatos metidos, sin ver rascacielos, sin ver a esos extranjeros atiborrarse de judías por la mañana. Va de azul por la playa. Y no sabe el daño que ha hecho. No lo reconoce. Dice "ah, era eso", con desprecio y sigue hablando de tonterías. Las oleadas pasan y estos perros indeseables siguen paseando por la arena de la playa, por las huellas de otros, por su avaricia dolosa. Y ahí entre hierros vemos la mentira final, el deseo de dominio, la estupidez hecha carne y las narices metidas y el deseo de poder y un olor a documentos antiguos. Esto es todo lo que pasean por la playa. Un dolor, un manifiesto gusto por los problemas y una mentira.
Al manantial que crece constantemente
dile que no, dile que se agote antes de ser río.
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