Entrechocar de tacones, conchas y mandíbulas hambrientas. Así se marcan las tendencias de hoy en día. Unos comen. Más al sur, mendigan el pan. Danos hoy el pan de cada día, decimos. Si no lo decimos, lo pensamos, no lo manifestamos pero lo tenemos en mente. Hoy hemos comido. Se quiebran los cristales de estos inmensos cielos, se rompen barajas de nubes contra el hielo de la madrugada. Y yo aquí, dentro, dentro de las paredes, de las ventanas cerradas. Mientras el gato ronronea de felicidad, hay otros que guardan la cola. Y todo el cuerpo erguido de la felicidad de lo calentito y bueno, no soy capaz de ceder nada a los más necesitados, esos que ahora piensan en un benefactor que no llama, que no acude, que no da. Ya no es navidad, pero sigue su espíritu, así que sé feliz.
Tengo miedo a perder la maravilla de estos anillos ceñidos,
de estos hábitos mañaneros, de estos párrafos que cuentan, pero seguiré escribiendo, seguiré escribiendo.
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