La oscuridad y la nieve son bellezas iguales. Se nos rompen las horas contra la luz del día. Esperemos que cambie este pasar de las aguas y de las sombras. No puedo fundirme en el trabajo. No aparece en mi andar una chica con gafas de miope y bufanda de colores. La kilométrica cola para pasar a mejor vida ya se está deshaciendo, ya casi no quedan en ella más que cuerpos de licor y tabaco. Todos nos asustamos al percibir ese minuto o segundo de transición a lo eterno. Si fuera cierto Dios, no seríamos tan miedosos. Si nos dijesen: eso es lo que te va a pasar, no lloraríamos ese instante. El poniente morado de la tarde ya dice adiós al día, ya nos empuja a vivir inconscientes, ya nos da el sueño y la esperanza.
Al arrancar el tren, al subirnos en el vagón sutil
no nos dijeron que había estaciones llenas de olvido.
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