En la mañana, en su fino y transparente aire, yo me muevo por alguna calle de la ciudad. Veo personas nunca vistas antes, por eso vivo en una ciudad y no en un pueblo donde todas las caras son conocidas. Me muevo por alguna calle de la ciudad y veo también, aparte de personas desconocidas, alguna persona que conozco. Y la saludo. Y hablamos. Y las personas no son cerradas de mente, como pasa en los pueblos, sino que quieren saber de mí y yo de ellas. Y continúo paseando por alguna calle y veo los comercios. Gente que entra y sale de los comercios. Y veo barrenderos y veo policía y veo libros en la mano de alguno que pasa. Y huelo a comida que se está preparando y a una niña que no ha ido al colegio en pos de su madre. Y también veo a Fernandito. O a Santi. O a Fede. O a Laura. Y los saludo amablemente y ellos me devuelven el saludo. Y es una maravilla observar la transparencia del aire de la mañana y su finura y su variedad.
Busca en la mañana algo; no sé. Algo que no está escrito.
Algo dulce y compañero y saludable.
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