Se transmiten viejos refranes en lo hondo de la memoria. Vale más pájaro enano. La luz sorbe los resquicios de las ventanas, amontona materia debajo del cielo. Los energúmenos también se niegan a salir a la calle, no les moleste la luz de la gente normal y corriente. Las miradas de tristeza se duplican en esa hora mortal a la que llamamos mediodía impropiamente. Malestar general, hundidos los pies en agua. Hay que caminar contra la acera para que se quite de la cabeza la idea de que caminas. Es corto el recorrido de los hijos y los padres, pronto se rompe, pronto unos se van y no vuelven. Escribo para olvidar la vida que me rodea y la que no me rodea. Todo está hecho menos la suerte, el viejo vaivén de la suerte que nos atormenta desde que ponemos un pie en la historia.
Caminante que vas oyendo tus pasos, haciendo camino
para ti y para los demás, detente, mira al frente, piensa.
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