Dejadme traspasar el espejo y llegar así adonde ni siquiera el suspiro es posible. No nos dejan quejarnos porque nos imponen los hechos con la terquedad del que manda. No nos podemos ir de esta isla de náufragos tristes porque ya todo está hecho conforme a una estrella del poder establecida. Y todo se cumplirá, queramos o no queramos. Maquiavélicos hilos de araña se tenderán afanosamente para que no podamos decir nada, hacer nada, gritar nada. La gente saldrá a la calle igual que el día de antes pero todo habrá cambiado para mal, todo será ya distinto en este reino de los mediocres. Los jefes pequeños ya están imponiendo estupideces a todos los ciudadanos y el jefe grande ya piensa en el poder como aspiración legítima de su persona. Ya se está acabando la navidad. Ya puedes entristecerte lo más que puedas. Yo procuraré no hacerlo.
Es un trozo tan alto de fatigas que dan ganas de no salir a la plaza,
de quedarse en casa conversando con una pared.
No hay comentarios:
Publicar un comentario