Fumar calma la ansiedad. Si yo no hubiera cogido hábito de fumar, me calmaría la ansiedad de otra manera (quizás comiendo chocolate). La ansiedad es propia de los enfermos mentales, siempre nos acompaña. Cualquier cosa inesperada nos provoca ansiedad. De la ansiedad, pasamos a la angustia. La angustia penetra en nuestro cerebro y de ahí, surge la crisis, el brote psicótico. En el brote psicótico ya no somos nosotros sino lo que la enfermedad mental hace con nosotros. Una espectacular monotonía cae de este lado de la mañana y me absorbe, me tienta a no hacer nada, a que pasen los minutos como tontos, como rebotes de la vida por vivir. Una monotonía como el cielo santo que nos cubre la cabeza a todo Dios y nos llevará un día a su esplendoroso palacio. Palacio donde no hay ni una pequeña brisa, donde todo está en calma, donde el descanso será premio si hemos sido generosos con los demás. Me gustaría probar ese cielo, ese azul gigantesco que cruza el océano, que cruza nuestra alma, que cruza el adiós que un día diremos irrevocablemente.
Dormir en un algodón limpísimo y cariñoso
es dado a los que reciamente dan su vida, convocan amor y limosna.
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