Hoy, día de nubes bajas. La luz está escondida. Mil voluntades tienen la piedra parada. Es poco lo que se ofrece en el mercado de la vida. Unas horas mirando la calle, otras horas dedicadas a escribir líneas y siempre recordando agravios. Las aceras ya archiconocidas no dan de sí más que el espacio para andar por ellas. No hay amigos. La piedra se concentra en este cielo oscuro. Calla el discurso de antes, calla la voz de la cercanía. Todo es silencio alrededor. Hay que ayudar a la hermosura y a su felicidad pero no tengo fuerzas pues la unidad de mi persona se siente atacada. Olvido la herida cerrada. La belleza se ausenta de mi habitación cerrada e intranscendente. La mañana me pide calidad de lo bello pero yo no sé dárselo, no me llegan las manos a la dicha del día.
No contemplo unos ojos tranquilos, poderosos
sino las manos quietas y enfermizas de no hacer nada.
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