Dice la canción: no me llames Dolores, llámame Lola. Esa que va sola por Barcelona buscando follón. Me mola Lola. Como una pequeña ola, como una caracola encontrada en la playa. La fascinación que emerge de un nuevo ser, la magia de la cuna, el resplandor del nacimiento. La vida se sonríe con los nuevos ojos abiertos al aire dulce de lo novedoso. El alma navegable de los niños se muestra como un trampolín que tuviera luz al final, después del salto. Es muy fácil querer, es muy fácil llevarse por esos menudos miembros, por esa sonrisa amable. La mirada no se fija, está tanteando en este mundo quién la coja y la mime y la quiera. Es Lola, la nueva estrella invitada a la familia. Se criará y se hará grande la que ahora es pequeña.
Mientras la luz de invierno resuena fuera en forma de calor tendido,
ella ya ha asomado los ojos valientes a la vida.
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