Me viene al recuerdo el verano pasado. Pero yo quería ser nube y no lo fui. ¡Qué poco mío el mar que rodea la península! Poco fueron los kilómetros hechos, mucha la circunspección frente a la enfermedad. Estábamos anunciando la noche en el mediodía. Estábamos comiendo pipas en el parque por las tardes. Fui feliz de esa manera tranquila de dormir bien todas las noches a pesar de los gritos de los niños y el calor. Nacíamos todos los días al albur de la mañana. Si hubiera una palabra, la palabra fue tranquilidad. Ya en el otoño hubo un amago de delirio, un susto en forma de alucinación, yo me temía lo peor. Sonó todo como un portazo hiriente. Sufrían los labios azules por la luz de la cordura. Todo fue un espejismo pero yo temo la violencia de la locura otra vez. Todo me condena a la existencia triste. Los muros del campo ahí están diciendo te atraparé como un mono.
Dentro, confuso y torpe, me desvío
a mis cosas aladas, narrativas, excelencias escritas, tramas ocultas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario