Las pobres voces llenas de tierra sí se dejarán oír en un futuro, en un futuro que casi no sabemos cómo es, que solo intuimos en nuestras vidas de forma inclinada. Habrá quién, en su poco devenir de oleaje, llegará a la felicidad más plena tornando vacío por plenitud, la plenitud de llegar a vivir antes de su nacimiento, volviendo como arenas que se fueron al seno de la playa infinita. La luz va matando los días hasta que todo, como un revoltijo encendido, va en pos de la vida sin mutilaciones de torpeza para entender. Todos iremos en ese remolino de diferentes experiencias hasta llegar a coincidir en un astro amable y sencillo, como es sencilla la sonrisa de Dios. Y notaremos que el martillo y la hoz y los alfileres y los libros habrán servido para comunicarnos con el ente maravilloso que nos aguarda con amor cuando cese la acción.
Vamos todos siguiendo la misma línea, línea absurda a veces
para llegar a ser cielo o arena de playa.
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