Ayer danzó la quimera una danza de locos. Pude dormir y durmió también la locura. Por los arrabales suena una canción turbia y seca y llega su pequeña pasión al centro de la ciudad, vagabundeando por las aceras. Hace ya mucho tiempo que no camino el camino, me da pena este pie que duele a cada rato. Los gritos e insultos mueren esta mañana pero no se sabe si han resucitado en la mente del loco. Poco a poco, la mañana va sumando enfebrecidas notas de una partitura triste y demente. Los bancos del verano sueñan el invierno, se llenan de unas palomas imposibles que vuelan asustadas por el perro de la sinrazón. Ojalá el loco diga hola, se olvide de ayer para siempre y vuelva a la cordura ancestral de los hombres silencio.
Quizás sea la locura la más retorcida de los males
porque rompe la realidad a todos los que la rodean.
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