La vida es un regalo de Dios y es bonita de gozarla, aprovecharla, disfrutarla, luchar por ella y dar la batalla a los muermos que viven en una muerte continua. Los que desprecian la vida y hacen el teatrillo de vivirla, para ellos hacen, y como bien expresó Nuestro Seños Jesucristo refiriéndose a los fariseos y saduceos hipócritas que eran ciegos y guías de ciegos: dejadlos. Que hagan limosna y les toquen las trompetas, que ayunen y pongan cara de circunstancias y que oren con palabras rebuscadas y ampulosas, que actúen, que se les da muy bien. A los que son cristianos convencidos, la santidad, pero con límites, sin excederse en ser misioneros de la nada, sino defenderse uno mismo y luego Dios les gratificará con el servir cercano. El cristiano debe saber que es prioritario para él lamerse las heridas del día a día y salvarse de la muerte extemporánea, teniendo en cuenta que su condición es obviar la traición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario