miércoles, 18 de septiembre de 2024

 En los institutos, a unos les va bien y a otros, mal. Según el horario que tengan unos y otros. El mío solía ser malo. El de un jefe de departamento era bueno porque disfrutaba de eso que se llamaba reducción horaria: cinco o seis clases semanales. Cuando un profesor se ponía malo de la garganta y se daba de baja, entonces venía yo, que era el interino. El mal horario era la causa de estar mal ese profesor y luego pasaba yo a pasarlo mal. Para que hubiera reducción horaria, otros profesores que no éramos nada, no teníamos ningún cargo, éramos simples interinos, teníamos que tener gran carga horaria. Era muy difícil que un jefe de departamento se pusiera malo porque vivía como Dios y encima cobraba más y daba menos horas. Los interinos llorábamos mucho o veníamos hablando solos en el vagón de cercanías. Pero nos adecuábamos, no quedaba otra. Por otro lado, he visto jefes de departamento que en la reunión de departamento se limitaban a repartir el correo y nada más. Pero estaba bien: así el interino avispado era más libre.

Secundaria: esa etapa vital de los adolescentes.

Esa etapa vital llena de problemas para mí en un pasado. 


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