miércoles, 20 de marzo de 2024

 Te tomas un café, bebes unos vasos de agua, sales quizás a la calle. Digo quizás porque sales en cuerpo, no en espíritu. Ves a alguien conocido y quizás hables con él. Te comunicas. Digo quizás porque es un diálogo material, no sensible. No ves el mundo de las ideas, tan placentero sino el de lo físico, el de lo palpable. Las palabras brotan de esa persona y no dan aliento alguno, es mero trámite. Toda la calle no sabe decirte lo que buscas. Buscas acaso un encuentro que te ilumine el día. No encuentras más que gente vacía que no te escucha en realidad. Es bastante desalentador no poder comunicar tus problemas a nadie. Sabes que no deseas que lo tuyo sea suyo, pero hasta de eso dudas. La vida te empuja por la calle a ningún lugar, no hay lugar en la ciudad que sea tu lugar. Preferirías estar en lo alto de una montaña paseando por un camino hasta la cumbre y allí ver los pinos cómo respiran, cómo suplican el agua.

Las flores de los balcones son un tibio mensaje

que no expresan la soledad del viandante.

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