viernes, 22 de marzo de 2024

 Ayer, a eso de las 10 de la noche, estaba la Gran Vía llena de gente que iba y venía. Las terrazas estaban pletóricas, gente charlando de muchas cosas. A la gente se le iba el tiempo muy dulcemente contando sus cosas. Yo iba caminando, caminando por la noche callada, por debajo de las farolas y su luz. La gente estaba en otro sitio, no había crisis ni nada de eso, solo había almas que se comunicaban, que se tiraban indirectas amorosas o de otro tipo. Había gente que envidiaba la noche, tan oscura, más allá de la luminaria de las calles céntricas. Hoy, mucha gente de esa, cogerá el coche y se largará a un destino dichoso, juvenil y kilométrico. La vida siempre está en otra parte, no en el sitio donde se trabaja, se sufre y se lavan las penas con las lágrimas. La vida está, quizás, en Benidorm o Gandía, vaya usted a saber.

Se va la gente a otros sitios, se va la gente con el cuento

de que en Madrid hay mucho lío.

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