domingo, 22 de marzo de 2020

Ayer por la noche mi hermano y yo vimos los 40 últimos minutos de la película "Descubriendo a Forrester". Sean Connery hace de Forrester, un escritor aislado y triste por la pérdida de toda su familia al que un chico negro del Bronx se le acerca y se hace su amigo. Este chico está en un colegio en el que dan clases llamadas aquí en España "talleres literarios". Resulta que este chico es muy bueno creando textos bonitos con ayuda de las palabras (lo que se llama literatura) y a la vez, ayuda a Forrester por alentar en él una amistad en el desierto de vida que lleva. Además, este chico le sirve de coartada en una ocasión para no salir a luz pública.
Cuando Wallace (el chico negro) comete una serie de errores en su colegio que le impiden seguir estudiando allí, Forrester rompe su soledad y da la cara por este amigo y el chico se salva de volver al arrabal.
Yo me pregunté, después de ver la peli, qué estructuras mentales hacen que una persona logre crear belleza por medio de las palabras. Si esas estructuras son innatas o adquiridas a través de muchos ejercicios literarios, si hay personas que tengan en su cabeza el ritmo del idioma que hablan, de modo que saben cómo combinar las palabras para que el texto creado con ellas suene bien.
Pasa lo mismo con una canción: enseguida vemos si es buena si la gente que la oye la presta atención y luego la repite.
Hay gente que a fuerza de medir y sopesar plabras adquiere un estilo literario mientras que otras personas parece que ya nacen con esa medida de las palabras en su mente.

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