viernes, 27 de abril de 2018

Me he comprado un periquito. Estaba hasta el moño de ver la habitación toda llena de libros sin vida ya. Ya no los leo. Son libros antiguos que no sé qué hacer con ellos. He leído un libro de periquitos. Son originarios de Australia pero se pueden criar en todo el mundo. Lo que me ha sorprendido de ellos es que van en bandadas y pueden estar un mes sin comer. Otra cosa es que cuando ven un abrevadero se pueden ahogar miles de ellos por beber. Les gusta bañarse y son muy curiosos. Ahora, el periquito está muy quieto observando la novedad. Ni se menea. En el libro ponía que hay que dejarlos tres días en la habitación solos hasta que se acostumbren al ambiente. Odian todo tipo de humos y pueden ser muy ruidosos y sucios. Hay que cambiarles todos los días el agua. Le he puesto una rodaja de naranja. Le he comprado una jibia y un espejo y he comprado barras de madera que ya le pondré cuando pueda. Tengo ante mí la historia de "la parada de autobús" que dejé abandonada pero es buena. La leeré y procuraré terminarla. La historia del punki también quedó atascada. Ni tengo ganas de leer ni de escribir.
La vida continua diremos que bastante apretada, con cosas pequeñas que hacer, sin obligación grande alguna pero ya no me aburro. Acepto mi vida. Sin embargo, Paco dijo ayer que se sentía sin amigos. Eso ya lo sentí yo antes.

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